Predijo muchas cosas que el hombre sufriría por su maltrato a la naturaleza y los animales. A la madre Tierra. Por predecir casi lo hizo con su propia muerte en Alaska el día de su cumpleaños con esa frase que algunos no olvidan "qué bello lugar para morir".
Un accidente de avioneta acabó con la vida de un personaje histórico. Jane Goodall, Dian Fossey, Richard Attenborough. Jacques Cousteau, Carl Sagan... y en ese olimpo está también Félix Samuel Rodríguez de la Fuente (Poza de la Sal, 14 de marzo de 1928-Shaktoolik, 14 de marzo de 1980).
Fue Félix Rodríguez de la Fuente hombre un visionario que marcó un antes y un después no solo en la televisión, sino también en acercar el ecologismo, el interés por el planeta y sus animales en una época en la que estos estaban lejos del foco de la actualidad. Influyó en leyes, en políticos y cambió mentalidades. Su carisma estaba al alcance de pocos. Escuchar la sintonía de Antón García Abril de 'El Hombre y la Tierra' es volver a otra época en la que esta divulgador ambientalista logró atraer los focos. Prueben a hacerlo los que la vieron en su día. Y los recuerdos fluirán como esa imagen suya con una serpiente enroscada.
Fue un adelantado a su tiempo, tanto en su concepto de la televisión -El hombre y la Tierra no ha perdido vigor y fuerza y se convirtió en un fenómeno nunca logrado después- como en su personalidad desbordante. Llegaba a todas las edades, especialmente los más pequeños, esos que le contaban 'Amigo Félix...'.
Su impacto no se ha olvidado. Poza de la Sal, su lugar de nacimiento (murió Félix el día de su cumpleaños) organizará hoy una plantación de 41 almendros para rendir homenaje a su vecino más ilustre. Los visitantes podrán participar de la plantación y conocer el entorno que inspiró a Félix Rodríguez de la Fuente. Y han pasado nada menos que 41 años.
Su padre fue su propio profesor hasta que cumplió los diez años, y su entorno natal, una gran escuela. Fueron los cimientos de lo que luego sería su vida como naturalista y divulgador ambientalista.
Una de las mayores pasiones de Félix fueron las rapaces, como él decía con ese tono tan suyo, pero sin duda era el lobo, la especie más odiada y perseguida en la España rural de la época - ahora también en el foco- y a la que Félix Rodríguez de la Fuente dedicó tiempo para darlo a conocer. Pero no solo eso. Concienciaba sin tapujos sobre los riesgos de la contaminación, los pesticidas, la destrucción de los ecosistemas, el consumo desmedido de recursos naturales, la deshumanización de las ciudades o la desaparición del mundo y la cultura rural y el acoso a etnias y pueblos indígenas. Sin morderse la lengua. Nunca.
Sus frases míticas, escuchadas hoy, se vuelven una vez más premociones como esa en la que se refiere a la cultura tecnológica, que ya dijo que llevaría al ser humano a cárceles confortables, sin horizontes, hechos de cemento, hierro y cristal. Los niños, ya está dicho, siempre fueron su público predilecto y con ellos y las nuevas generaciones siempre pensó en formar un ejército sin armas, ese que gritara a los cuatro vientos que había que hacer algo para proteger a una Madre que no se queja, que nos ha dado todo lo que tenemos, ¡y a la que estamos matando...!”. ¿Premonitorio en tiempos de cambio climático?
Licenciado en Medicina por la Universidad de Valladolid, la medicina le atrajo enseguida, porque, según explicaba él, era una forma de descubrir los misterios del ser humano. De la biología fue autodidacta, y su saber abarcó campos como la cetrería - colaboró en la película El Cid- y la etología.
Ejerció además como expedicionario, guía de safaris fotográficos en África, conferenciante y escritor. Contribuyó en gran medida a la concienciación ecológica de España en una época en la que el país todavía no contaba con un movimiento de defensa de la naturaleza. Su repercusión no fue solo a nivel nacional sino también internacional y se calcula que sus series de televisión, emitidas en numerosos países y plenamente vigentes hoy en día, han sido vistas por varios cientos de millones de personas.
Entre 1970 y 1974 realiza la primera de sus grandes series que le darían reconocimiento a nivel internacional, especialmente en el ámbito hispanohablante, Planeta azul. En diciembre de 1973 comienza su colaboración en la radio con el programa La aventura de la vida, que se emitiría semanalmente, todos los jueves, durante los siguientes siete años, alcanzando más de 350 emisiones. Para la radio también colaboraría con Planeta agua y Objetivo: salvar la naturaleza.
Paralelamente, en estos años se entrega a diversas causas conservacionistas de relevancia, como el salvamento de distintas especies animales en peligro de extinción, muy especialmente el lobo, que probablemente le debe su supervivencia en la península ibérica, al contrario de la mayoría de países de Europa Occidental, donde sí se ha extinguido, y para el que consiguió el respeto y el aprecio por parte de la sociedad, de manera similar a como lo había conseguido años antes con las aves rapaces, aunque a costa del enfrentamiento con pastores y cazadores. Otros animales que se esforzó en proteger fueron el oso ibérico, el lince, el águila real o el águila imperial. También trabajó en la preservación de diferentes ámbitos de la geografía española, como las dunas de El Saler, el Parque de Doñana, las Tablas de Daimiel, el Monte de El Pardo o la laguna de Gallocanta.
Además, durante toda la década, emprende diversos proyectos editoriales, como la coordinación de la Enciclopedia Salvat de la Fauna (1970-73), realizada con un equipo de jóvenes biólogos entre los que se encontraban Miguel Delibes de Castro, Javier Castroviejo, Cosme Morillo y Carlos Vallecillo, entre otros. La enciclopedia supuso un verdadero reto ya que durante tres años se publicó un fascículo semanal de 24 páginas, vendiendo sólo en España dieciocho millones de volúmenes. Posteriormente sería traducida a catorce idiomas y publicada en los cinco continentes, transformándose en una obra de referencia —Delibes recordaría años después haber visto la enciclopedia entre los libros técnicos de la mayoría de los museos de ciencias naturales de Europa—. También publicó la Enciclopedia Salvat de la fauna ibérica y europea coordinada por Joaquín Araújo, Los libros de El hombre y la Tierra, Los cuadernos de campo y la enciclopedia La aventura de la vida, publicada tras su fallecimiento.
Entre 1973 y 1980 realiza para televisión la que sin duda es su serie más famosa, El hombre y la Tierra, dividida en tres partes: las series ibérica, suramericana y norteamericana. La serie ibérica constó de tres partes y de una cuarta inconclusa. La serie suramericana se filmó en 1973 en Venezuela, en Los Llanos, el Orinoco y en el Amazonas, y aunque en principio sólo se iban a rodar ocho capítulos se ampliaron finalmente a dieciocho. Por último, de la serie norteamericana sólo se pudo filmar la parte canadiense y dos capítulos en Alaska. El rodaje de la serie, que abarcó 124 capítulos, la mayoría rodados en España, supuso todo un reto, ya que se rodó en 35 milímetros, para lo que se tenían que transportar los pesados equipos de filmación de la época.
La serie se emitió en numerosos países con gran éxito de audiencia y cosechó premios tanto en España —Ondas, Antena de Oro— como en el extranjero —Festival de Televisión de Montecarlo—. Sus ventas se realizaban más allá del telón de acero. Es de destacar que la serie se hacía sin guion y Félix improvisaba el desarrollo de cada capítulo.
Pero Félix siempre quiso cambiar las cosas, no ser un mero divulgador y de ahí su impacto. El 4 de marzo de 1980, ante los reyes de España, Félix presentó en el Centro Cultural de la Villa de Madrid un documento titulado Estrategia mundial para la conservación de los recursos vivos y el logro de un desarrollo sostenido, propuesta de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales.
El día 10 de marzo de 1980, Félix se trasladó junto con un equipo de El hombre y la Tierra a Alaska, al círculo polar ártico, para filmar la Iditarod Trail Sled Dog Race, la carrera de trineo con perros más importante del mundo. Para ello contrataron los servicios del piloto Tony Oney y de su socio, Warren Dobson. La mayor parte del equipo viajaba habitualmente en la avioneta de Oney, una pequeña Cessna, pero esta sufrió una pérdida de aceite y Félix, que tenía miedo a volar, decide cambiar de aparato. Poco antes de montar, comenta: "Qué lugar más hermoso para morir".
Tras despegar de Unalakleet, las dos avionetas vuelan casi juntas y, poco después, la que pilota Dobson se estrella en circunstancias extrañas. Con él fallecen, además de Félix y Dobson, el camarógrafo de Televisión Española Teodoro Roa y el ayudante Alberto Mariano Huéscar. Oney aterriza y es el primero en alcanzar la avioneta siniestrada. El lugar exacto de la catástrofe fue Shaktoolik, población de inuits a unos 25 km de la costa del mar de Bering, no lejos de Klondike, lugar adorado por Félix desde sus adolescentes lecturas de Jack London. La policía de Alaska recogió los cadáveres, que fueron depositados en la morgue de Nome, desde donde fueron repatriados a España. El país sufrió una conmoción.
Ayudó a crear la delegación española del Fondo Mundial para la Naturaleza, siendo vicepresidente de Adena y su máximo promotor, auspició la promulgación de parques naturales y nacionales y logró la preservación por ley del halcón peregrino y el lobo. También creó, en 1975, el Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega, con la mayor población de buitres leonados de Europa, donde organizó campamentos infantiles por los que pasaron cientos de niños.
De su gran popularidad dan ejemplo dos datos. Según las encuestas que recoge Casa del Agua, su biógrafo, Miguel Pou, entre 1971 y 1974 en España se le consideró "el personaje más famoso después de Franco". Según Joaquín Araújo, en una información también recogida por Pou, en 1983 el 70% de los estudiantes de biológicas entrevistados decían hacer la carrera por la influencia de Rodríguez de la Fuente. A nivel internacional, la serie El hombre y la Tierra se ha visto en los cinco continentes, incluyendo países como la República Popular China, por lo que su mensaje es susceptible de haber llegado a varios cientos de millones de espectadores.
La biografía Félix, el amigo de los animales desvela su conciencia planetaria. En 2010, vio la luz una nueva biografía titulada Félix Rodríguez de la Fuente, su vida, mensaje de futuro, que recoge buena parte de sus documentos personales, correspondencia y reflexiones vertidas en su programa de Radio Nacional de España, hasta ese momento inéditos, que corroboran su compromiso con la conservación de la naturaleza y la vida desde muy joven. Sí, un adelantado a su tiempo que se fue demasiado pronto.