Desiderio y María José han compartido toda una vida juntos. 60 años de unión, que ahora se ve en peligro por culpa de la burocracia administrativa. Su hijo lleva años luchando para que no les separen en dos residencias diferentes.
Desiderio y María llevan 60 años siendo referencia el uno del otro. Y aunque ambos tienen demencia, siguen siendo aquellos jóvenes que juraron compartir su vida. Pero al no tener el mismo grado, la ley de dependencia no les permite irse juntos a la misma residencia.
Su hijo, José Hernández, no va a permitir que eso suceda y por ello seguirá luchando: “Mi padre tiene un grado dos y mi madre un grado uno, pero en la última valoración hablan de grado tres.”
José lleva luchando años para que no los separen. Ha viajado hasta Mérida para entregar las 90.000 firmas recogidas a través de la plataforma ciudadana Change.org que, como él quieren cambiar este proceso.
“La respuesta es el silencio. Yo creo que ya es momento de dar un paso más”, afirma José.
Por ahora, la única vía es pagar la residencia a su madre. Pero este matrimonio vive con una sola pensión y sus hijos tampoco pueden hacerse cargo de ello.
“No llores que nadie te va a separar, tu tranquila” le dice a su madre con el alma encogida.
Desde la Junta dicen que estudiarán posibles modificaciones para mejorar la situación. Para José la solución es evidente, que el sistema de dependencia no les separe y pasen sus últimos momentos juntos. Porque, aunque los recuerdos desaparezcan, es su vínculo el que sustenta su felicidad.
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