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Orrio, el pueblo navarro que lleva 244 años dando cuerda al reloj de la iglesia: "Nos vamos apañando"
En un pueblo de Navarra, Orrio, en el Valle de Ezcabarte, los habitantes han mantenido viva una de sus tradiciones más entrañables durante 244 años
Con su péndulo, sus dos pesas y sus variados engranajes este reloj preindustrial de 1780 hace sonar las campanas en las medias y en las horas
Sin embargo, con el paso del tiempo el reloj se va desgastando más y requiere de un mayor cuidado
En un pueblo de Navarra, Orrio, en el Valle de Ezcabarte, los habitantes han mantenido viva una de sus tradiciones más entrañables durante 244 años: el cuidado de su antiguo reloj de la iglesia. Durante más de dos siglos en funcionamiento, los vecinos se turnan diariamente para marcar el paso de las horas. "Nos vamos apañando bien", asegura la alcaldesa del pequeño pueblo, Judith Zalba. Informan C. Tojal, D. Jiménez y Daniel Rodríguez.
Con su péndulo, sus dos pesas y sus variados engranajes este reloj preindustrial de 1780 hace sonar las campanas en las medias y en las horas. Para ello, es necesario darle cuerda a diario, en turnos mensuales, 10 familias de Orrio cumplen para seguir su tradición.
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El miedo de romper la tradición
Los vecinos de Orrio han conseguido que, durante todo este tiempo, las campanas suenen puntuales. Sin embargo, el acceso al campanario es complicado, e incluso temen que llegue un día que no haya suficiente gente capaz de continuar con esta tradición.
A ver si podemos conseguir dinero para automatizarlo y que siga en marcha, asegura Isidro Arciliain
El reloj está hecho principalmente de hierro y bronce, con cuñas en lugar de tornillos, por lo que hace especialmente difícil de reparar. Aunque el reloj sigue resonando por Orrio, con el paso del tiempo se ha ido dañando poco a poco, y empieza a requerir un mayor cuidado.
En este contexto, uno de los mayores retos que enfrentan en el pueblo navarro es la dificultad de acceso al reloj, que se encuentra en lo alto de la torre de la iglesia. De hecho, la escalera empinada y los espacios reducidos ha llevado a la comunidad a buscar ayuda de expertos en relojes de torre. Para los habitantes de Orrio, el reloj representa algo más que una simple maquinaria: es un símbolo de identidad.
Las familias del pueblo navarro necesitan ayuda. Según uno de los vecinos, Isidro Arciliain, en el siglo XVIII se pagaba "en ducados y en cargas de trigo". No obstante, hoy haría falta unos 8.000 euros para automatizar el proceso y que las campañas sigan resonando sin necesidad de que los vecinos lo hagan funcionar diariamente. "A ver si podemos conseguir dinero para automatizarlo y que siga en marcha", afirma Arciliain.
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