La localidad abulense de San Bartolomé de Pinares, con tan solo 501 habitantes, ha vivido una noche mágica. Las empinadas y adoquinadas cuestas del pueblo se han cubierto de humo purificador, gracias a la veintena de 'luminarias' y al centenar de equinos han participado en una de las tradiciones más destacadas de la provincia de Ávila. Informa Lídice Benito.

Ubicada a unos 25 kilómetros al este de la capital abulense, ha vuelto a rendir homenaje a una tradición cuyo origen exacto se desconoce. Sin embargo, los primeros registros históricos apuntan al siglo XVIII, cuando surgió como una práctica destinada a proteger a los animales de las epidemias que afectaban a las cabañas ganaderas.

Cada víspera de la festividad de San Antón, San Bartolomé de Pinares revive su noche más emblemática del año. Las calles se llenan de vecinos y visitantes que se agrupan alrededor de las grandes 'luminarias' (hogueras), alimentadas con piornos, escobas y retamas recogidas la semana anterior por los 'bartolos'.

Así, el humo, más que el fuego ha sido uno de los elementos más destacados de esta tradición junto con los caballos que, tras recibir la bendición del párroco han comenzado una especie de 'procesión' por el pueblo, pasando cerca de las 'luminarias' o incluso cruzándolas en algunos casos.

De este modo, han mantenido la tradición de purificar a los animales montados por los jinetes, muchos de los cuales se han protegido del humo con pañuelos y mascarillas, en una noche en la que el frío ha quedado atenuado por el intenso calor de las grandes hogueras.

La combinación de animales, fuego y humo ha generado como cada año escenas impactantes que han atraído a profesionales de toda Europa, quienes han captura con sus cámaras una tradición que constituye una parte esencial de la identidad del pueblo abulense, que espera su llegada.

Con más de dos siglos de historia, esta tradición ha sido transmitida de generación en generación, convirtiéndose en una de las celebraciones más espectaculares, llamativas y profundamente arraigadas en la cultura popular de Ávila. Así, da inicio al calendario de celebraciones locales cada año.

A pesar del frío, la afluencia de público no ha disminuido significativamente en comparación con años anteriores. Los asistentes han aprovechado la ocasión para resguardarse del frío y calentarse con alrededor de las 'luminarias', ubicadas principalmente en las calles Iglesia y La Virgen, que se convierten en el epicentro de una localidad.

Todo ello ha ocurrido en un ambiente festivo que ha contagiado a todos los asistentes, quienes, además de saborear las tradicionales pastas locales, han disfrutado del vino de pitarra, usual de la festividad.

Mientras los habitantes de San Bartolomé de Pinares avivaban las llamas con piornos y escobas apiladas, una extensa comitiva de caballos, yeguas y burros pasaba junto a las 'luminarias', iniciando la 'procesión' que era encabezada por el mayordomo y los dos jurados.

Para conseguir que el humo tomara el protagonismo y cumpliera su función de purificar a los animales, los encargados de la higuera echaron un poco de agua al fuego, creando así esa atmósfera densa y neblinosa, similar a la de Londres.

Una vez finalizado el recorrido de los caballos entre las llamas, la celebración ha seguido en las primeras horas de la noche con la degustación de panceta, morcilla y chuletillas en las calles, aprovechando los rescoldos dejados por las 'luminarias'.

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