Este viernes, 22 de noviembre, Netflix estrena '900 días sin Anabel', una serie documental que muestra en tres epiodios uno de los casos que más mella han hecho en la opinión pública de España. Hablamos de un crimen cometido por dos delincuentes inexpertos que no dudaron en secuestrar a la joven de La Moraleja, asesinarla a las pocas horas en Toledo y hacer creer que seguía viva durante más de dos años, de 1993 a 1995. De hecho, la esposa de uno de los responsables se hizo pasar por Anabel Segura y los criminales continuaron negociando su liberación a pesar de haberla matado, algo que no se supo hasta 29 meses depués.
La Policía Nacional, cuyo único nexo con los secuestradores era su voz, tuvo que hacer públicas las grabaciones de los secuestradores, así como el audio de la mujer haciéndose pasar por Anabel, la cual se llegó a emitir en varios programas de televisión.
Todo, para tratar de identificarles y esclarecer los hechos, porque desconocían si Anabel continuaba con vida o no. Una medida insólita de los agentes, pocas veces vista en nuestro país, que dio sus frutos con la detención y condena de los acusados y la localización del cuerpo de la víctima.
Anabel Segura Folles, una estudiante de empresariales de 22 años, de origen español y alemán, salió a correr el 12 de abril de 1993, un día festivo, por los alrededores de su casa en la urbanización Intergolf de La Moraleja, en Alcobendas (Comunidad de Madrid). El footing era algo que practicaba a diario. Sin embargo, en aquel trayecto se topó con Emilio Muñoz G., transportista en paro de 38 años, casado y con cuatro hijos, y su amigo Cándido Ortiz A., 'Candi', un fontanero de 35 años también casado y con dos hijos, que habían acordado realizar un secuestro aleatorio para exigir un rescate, coger el dinero y liberar a la víctima. Estos varones no tenían antecedentes, pero forzaron a la joven a subir a una furgoneta blanca y se marcharon del lugar, donde quedó tirada en el suelo la chaqueta de la chica y el walkman que siempre llevaba consigo.
Una vez raptada, el mismo 12 de abril, Anabel le dijo a sus secuestradores que sus padres tenían dinero, pero que no estaban en Madrid. Emilio Muñoz y Cándido Ortiz comenzaron a deambular por varias carreteras de Madrid, Ávila y Toledo y, presos del nerviosismo, fueron a esconderse por la noche a una fábrica de cerámica abandonada de Numancia de la Sagra. Allí, Anabel trató de escaparse, pero Emilio Muñoz, después de que la interceptaran y la ataran de pies y manos, la quitó la vida asfixiándola. Arrojaron el cadáver a una fosa del edificio en ruinas y volvieron a sus respectivas casas sin ningún tipo de escrúpulo o señal de arrepentimiento. Además, dos días después, el 14 de abril, habiendo sido asesinada ya la joven, llamaron a su familia y exigieron una cifra importante de dinero por su rescate.
Se produjeron hasta 14 llamadas telefónicas entre los extorsionadores y las autoridades, desde 1993 hasta 1995, en las que fueron incrementando las cantidades exigidas por el rescate hasta los 150 millones de pesetas (900.000 euros). Pero ellos, que exigían que no hubiera presencia policial en la liberación, no se presentaban, a pesar de que los seres queridos de la joven sí. Hubo dos intentos de pago en Guadalajara y Tarancón, en Cuenca, y ninguno se efectuó. Además, cinco meses después del secuestro, los familiares de Anabel Segura, ante la falta de noticias, pidieron pruebas de que seguía viva. Entonces, se recibió una grabación en la que se escuchaba a una mujer. Pero no era Anabel. Era Felisa García, la esposa de Emilio Muñoz, que se hizo pasar por ella. Esta grabación se emitió en televisión en 1994 y 1995 y la policía hizo también públicos otros audios para tratar de identificar a los delincuentes.
Aquí residió, entonces, uno de los momentos clave del caso, porque se dio un giro en la investigación. Los especialistas del área de Acústica forense de la Policía Nacional determinaron un "pasaporte vocal" de uno de los criminales (por su voz se supo que residía en la provincia de Toledo, su edad y que podía ser bebedor). Además, en una de las grabaciones se escuchaban de fondo a unos niños que empleaban la palabra "bolo", un término muy común de Toledo. Los agentes estrecharon el cerco en la zona y, gracias a haber hecho públicos los audios de los delincuentes, recibieron un aviso de un hombre que aseguró que la voz de las llamadas podía ser la de Emilio Muñoz, un repartidor con el que acababa de estar y cuya empresa había hecho trabajos en La Moraleja.
Todo cuadraba y, finalmente, el 28 de septiembre de 1995, la Policía detuvo a Emilio Muñoz en Pantoja, a Felisa García en Escalona, y a Cándido Ortiz en Madrid. El transportista confesó el crimen y la localización del cadáver, que fue recuperado tras 900 días en paradero desconocido. El 6 de octubre de 1995 se llevó a cabo una misa en el cementerio de Nuestra Señora de la Paz de El Soto de La Moraleja, donde descansaron por fin los restos mortales de Anabel, en paz, tras el secuestro y asesinato del que había sido víctima dos años y medio antes.
Felisa García fue condenada a dos años y cuatro meses de prisión por un delito de encubrimiento tras aumentar el Tribunal Supremo la condena de seis meses impuesta por la Audiencia; siempre manifestó que había actuado por miedo insuperable a su marido. Ellos, mientras, fueron condenados en 1999 a 43 años de prisión. Cándido Ortiz enfermó y murió en la cárcel de Ocaña en 2009. Emilio Muñoz, en virtud de la derogación de la doctrina Parot, salió de la prisión de Herrera de la Mancha en 2013, asegurando estar arrepentido por lo que hizo y pidiendo perdón a la familia de Anabel.
El caso de Anabel Segura vuelve a la opinión pública de la mano del 'true crime', como ocurrió con el crimen de la Guardia Urbana o el caso Asunta. La nueva serie de Netflix relevará cómo fueron aquellas conversaciones entre las autoridades y los secuestradores antes de su detención.
La familia de Anabel luchó por todos los medios por encontrarla y pudieron darle el último adiós. Los ciudadanos de toda España les apoyaron en todas las manifestaciones que se llevaron a cabo para pedir justicia.
El suceso pasó hace ya 31 años. Actualmente, no hay agentes en activo que hubieran investigado el caso. No obstante, el cuerpo tiene muy en cuenta la importancia que tuvo el esclarecimiento del crimen.
En 2021, la familia de Anabel Segura quiso agradecer toda la colaboración de la ciudadanía, especialmente la de los vecinos de Alcobendas, quienes se volcaron con ellos para salir adelante, y donaron un busto de la joven al Ayuntamiento de la localidad madrileña, el cual se puede ver a las puertas del consistorio, que también habilitó una mediateca con su nombre.
"Donar este busto es una forma de devolver a Alcobendas todo el apoyo y el cariño que siempre hemos recibido. Siempre estaremos en deuda con la ciudad y con sus ciudadanos. Cuando más lo necesitamos, nos acompañásteis", subrayó en aquel acto Alexandra, la hermana de Anabel, según 'La Brújula del Norte'. Los padres de la joven, José Segura Nájera y Sigrid Anna Folles Mrowzewski, fallecieron en 2019 y 2016 respectivamente. Antes de partir, fueron abuelos. Siempre mantuvieron vivo el recuerdo de su hija.
Cabe destacar que el secuestro y asesinato de Anabel se produjo en la década de los noventa, por lo que en la actualidad se cuenta con sistemas de seguridad con mayores garantías, y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado tienen mayor experiencia en estos casos. La muerte de Anabel Segura no cae en el olvido.
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