Francisco y Shirley están desesperados. Ellos y sus cuatro hijos menores continúan viviendo en el ruinoso barco, amarrado en un Puerto Deportivo de Las Palmas, en el que un falso propietario les metió cuando llegaron a la isla. Ambos habían dejado sus vidas en Jerez de la Frontera por una nueva oportunidad de trabajo y, al mudarse, nunca se hubieran imaginado que el inmueble que habían alquilado no iba a estar disponible. Su arrendatario les dijo entonces que, hasta que se solucionara la accesibilidad al apartamento, podían pasar una noche en un velero, también de su propiedad, en el que llevan ya 4 meses encerrados.
La familia tardó poco tiempo en saber que todo era mentira. Que la persona con la que habían contactado a distancia era, en realidad, un inquilino que estaba subarrendando su piso de forma ilegal. Y, en vez de recibir el apoyo de la verdadera propietaria, ésta les quitó la tarjeta con la que podían salir y entrar del puerto, por lo que tenían que esperar a que alguien accediera para ir a trabajar, al colegio e, incluso, al baño.
Como es lógico, Francisco y Shirley perdieron los trabajos por los que se habían trasladado a Canarias y sólo gracias a los esfuerzos de su abogado, Alexis Bethencourt, han conseguido recuperar la llave del pantalán y evitar así que sus cuatro hijos perdieran la escolarización. Su nueva lucha es conseguir el empadronamiento, para poder recibir las ayudas pertinentes del ayuntamiento, como el material escolar y una vivienda social en la que poder vivir en buenas condiciones. Sin embargo, el trámite del padrón se ha convertido en una espiral pues la administración no les otorga una vivienda sin el empadronamiento pero, a su vez, no se pueden empadronar si no acreditan una dirección.
"El barco no consta como vivienda y sin el padrón no podemos acceder a los servicios sociales. Dependemos de un informe portuario de la marina para llevarlo al ayuntamiento y llevamos ya dos semanas esperando. En todo este proceso, sentimos que, cuando se nos abre una puerta, nos cierran otra. Por no hablar de que el hombre que nos arrendó el barco no se ha presentado en el juzgado. Su abogado ha dicho que está en Qatar y, ahora, nosotros no sabemos cuánto tiempo vamos a seguir en esta situación", ha dicho el padre de familia afectado.
El problema ya no son sólo las malas condiciones de vida en las que se encuentran o que hayan tenido que vender parte de sus bienes "para poder comprar los libros de texto de los niños", sino que, teniendo en cuenta las humedades que presenta el barco y la mella de las tormentas y las mareas que soporta, los menores están enfermando: "Mi hija mayor ha estado mala durante dos semanas y ha tenido que faltar al colegio. Mi hijo y yo también hemos enfermado", cuenta la madre de los niños, seriamente preocupada por la salud de la familia si las instituciones no resuelven ya esta situación, a todas luces, incomprensible.
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