En España hay 160.000 bares. Parecen muchos, pero los modelos hosteleros están evolucionando hacia nuevos conceptos y en los últimos años se han reducido considerablemente los locales tradicionales que organizan la mayor parte de su actividad en torno a la barra, donde transcurre la vida. Amistad, risas y conversaciones, compartiendo vino y tapa.
Sin embargo, los hosteleros notan que las costumbres han cambiado desde la pandemia. "Antes en Portomarín casi no se podía entrar de la gente que había. Ahora si está lleno, la gente se va", explica su propietario, Javier Vázquez.
Y frente a los bares tradicionales, se registra un aumento de la restauración en mesas, con barras totalmente auxiliares. "Necesitas menos volumen de gente para tener una facturación más alta", dice Javier Sánchez, chef y propietario del restaurante La Posada del Nuncio.
El teletrabajo y la gentrificación también han hecho mella en las barras. "Desaparecen edificios de oficinales que nutrían muchas de esas barras durante el día. Y desaparecen vecinos, porque muchos de los edificios se convierten en viviendas de uso turístico", señala David Remartínez, periodista de la revista 'Gastroactitud'.
Con menos clientes y costes más altos, la supervivencia de esos bares tradicionales se complica. "En los últimos cinco años, entre un 10 y un 12 por ciento de la parte total de bares ha sufrido cierres", afirma Emilio Gallego, secretario general de Hostelería de España.
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