La Guardia Civil desbroza los caminos para facilitar la búsqueda con detectores de metales. El objetivo es encontrar el arma con la que se produjo el crimen del pequeño Mateo, de 11 años, entre la maleza que rodea el polideportivo. No va a ser fácil y se pide ayuda ciudadana. Aunque el detenido ha confesado el suceso, no se está mostrando colaborador con los agentes.
En los registros hallaron la ropa que llevaba el domingo por la mañana cuando se dirigió encapuchado a la zona en la que Mateo jugaba con sus amigos.
El chico de veinte años que, según su entorno, tiene problemas mentales, ha asegurado que actuó en un estado de enajenación.
Los peritos deberán valorar ese trastorno de personalidad para determinar hasta qué punto era consciente de todo lo ocurrido. Un diagnóstico que durante el proceso judicial podría atenuar su condena o, incluso, eximirle de los hechos. Tampoco queda claro todavía qué motivó su comportamiento.
Lo que sí ha permitido su detención es ponerles fin a los bulos sobre quién podría haber cometido el crimen.
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