Aunque Málaga haya inaugurado ya el primer cementerio público de mascotas, respondiendo a una "necesidad no cubierta" por las instituciones, el sector privado sigue copando el proceso de entierro e incineración de perros, gatos y otros animales domésticos fallecidos. Incinerar suele ser la opción más escogida por sus dueños - aunque existen cementerios privados donde pueden enterrarse y mantener sus tumbas - y, en Informativos Telecinco, hemos hablado con Susana Claramunt, una de las veterinarias de la Clínica Animansión, situada en el centro de Madrid.
Ella ha aclarado que este sector profesional, de gestión privada, se ha ampliado mucho en los últimos años: "Hace años, los fallecimientos de animales se gestionaban por una o dos empresas nada más. Incluso, había un servicio de los ayuntamientos por el que se hacían incineraciones colectivas. Sin embargo, a raíz del cambio social que ha habido con respecto a las mascotas, que cada vez ocupan más espacio en las familias, ya existen empresas que llevan estas labores de forma mucho mas seria y muy similar a los humanos", ha declarado.
Su clínica trabaja directamente con Incivet y, cuando - desgraciadamente- uno de los animales a los que atienden muere, es ella misma la que ofrece los servicios de la incineradora: "Ellos recepcionan al animal y ofrecen dos posibilidades para el dueño de la mascota fallecida. O bien, que éstos asistan a la incineración individual y se lleven desde allí la urna, o que la manden al veterinario donde se ha atendido a la mascota en vida y los dueños pasen a recogerla. Es una caja muy bonita, en color turquesa, que incluye un molde con una huella del perro o gato y una vela".
Además, ha revelado que esta empresa también cuenta con taxidermistas que, de ser necesario, pueden reconstruir la cara o el cuerpo del animal, una práctica muy extendida en Estados Unidos, pero menos conocida en España: También, como en EEUU, donde es una práctica común, se encargan de reconstruir al animal si este, por ejemplo, ha sufrido un atropello y sus dueños no quieren verlo así. Son taxidermistas que se dedican a ello para darle, tanto a la mascota como a sus familiares, la mejor despedida".
La gran pregunta es cuánto cuesta de media un servicio como éste, teniendo en cuenta que miembros tan importantes de las familias están fuera del sistema de financiación pública. El precio de las cenizas ronda entre los 200 y 300 euros, "en función del peso del animal o de la reconstrucción que haya que hacerle". Si no se quieren guardar las cenizas ni hacer ningún tipo de ritual, se lleva al animal y se hace una incineración colectiva, pues enterrarlos en la vía pública (o en un jardín) todavía está prohibido por ley.
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