Guisell Katherine de Sousa Quintero, una joven de Valencia de 34 años a la que conocen como Katy, convivía con una compañera de piso y se centraba en acabar su máster cuando, de repente, su rastro se perdió a finales del mes de abril, hace más de 50 días. Su madre recibió un mensaje de WhatsApp de ella que hizo que el mundo se le cayera encima: "Me tienen secuestrada. Me van a matar, mamá". Desde aquel día, Irene no tiene noticias de su hija, solamente que fue vista en una estación de autobuses de Barcelona, yendo sola. Su teléfono está apagado y no da señal.
La joven, diagnosticada con un trastorno de la salud mental desde 2009, necesita tomar medicación, pero últimamente no la estaba tomando. Se fue sin ella, sin maleta y sin tarjeta sanitaria. Se llevó un ordenador portátil pequeño y una mochila, la cual ha sido hallada en la Ciudad Condal, hasta donde se desplazó "sin motivo aparente" y donde consta su última imagen. Eso sí, la última pista de Katy la sitúa en París, en la capital de Francia, ya que los investigadores detectaron un movimiento bancario a su nombre cerca de un hospital. Según le contaron a Irene, "podría haber estado cerca de la Embajada de España", pero no hay nada confirmado, no hay imágenes. Ella cree que no fue su hija quien acudió al cajero y que le ha pasado algo, tal y como explica a Informativos Telecinco.
"Mi hija es una persona con carrera, formada, estaba muy ilusionada por empezar a trabajar en lo suyo. Pero necesita medicación, y pudo tener una crisis y enfermar. Y es que no puedo estar así. Porque he tenido días que no he comido por la desesperación, no me entra. Necesito saber si mi hija está viva o muerta", lamenta Irene entre sollozos en una llamada telefónica. Lo único que espera es que el juzgado de Valencia que se encarga del caso le notifique novedades respecto a su paradero. Porque el suceso presenta numerosas incógnitas. Y, aunque le indicaran a la madre que se trata de una fuga voluntaria y que no está incapacitada, ella insiste en que Katy no se encontraba en plenas facultades, por lo que hay que buscarla y encontrarla cuanto antes.
Todo comenzó el 22 de abril. Irene estaba en su casa cuando un hombre llamó al timbre y le comunicó que parte de la documentación de Katy había aparecido en el rellano de una finca de Valencia, lejos del domicilio al que se había mudado hace apenas un par de meses con su amiga. Ante esto, la progenitora acudió rápidamente a la comisaría con mucha preocupación y los agentes procedieron a abrir una investigación.
Poco después, las autoridades localizaron a Katy y hablaron con ella. La joven hispano-venezolana retomó su camino y fue entonces cuando fue grabada en la estación de autobuses de Barcelona. Irene desconoce por qué se fue a la capital catalana, pero por lo que su hija llevaba encima "parecía que iba a hacer algo de ida y vuelta". Era el 26 de abril, un día antes de que la madre recibiera el mensaje por el que entró en shock. El 27 de abril, Katy le escribió: "Me tienen secuestrada. Me van a matar, mamá".
Irene, que acababa de terminar su turno de trabajo, fue a su casa, se cambió de ropa y regresó a la comisaría. Pidió localizar el teléfono de su hija y reclamó medios en su búsqueda. Posteriormente, pudo ver la grabación de Katy en Barcelona. Por un momento ha pensado que su hija envió el mensaje debido a una crisis. Pero también ha barajado que se encontrara con alguien que la haya podido hacer algo: "Que estuviera sola en las imágenes no quita que pudiera quedar con alguien". La progenitora reclamó además la documentación perdida de Katy, pero no ha tenido acceso: "De esta forma no puedo saber con qué documentación se fue. Porque se fue sin nada".
La mujer preguntó a los amigos y a las amigas de su hija, así como a su compañera de piso, pero nadie sabe dónde fue ni por qué se iba a ir a Cataluña o a Francia. Solo la última le dijo que la había visto nerviosa varios días. Pero Katy "afrontaba la enfermedad con tranquilidad"; había tenido un grupo de amistad "muy tóxico" años atrás y había estado ingresada en varias ocasiones con cuadros graves. Por ello, Irene, así como SOS Desaparecidos, aseguran que es una desaparición de alto riesgo al ser una persona que requiere medicación, por lo que no se debe considerar como fuga voluntaria.
"He hablado con agentes de la Policía Judicial y me han dicho que el caso está en manos de la jueza. Yo solo pido que el juzgado de Valencia no desestime las indagaciones y resuelva esto. Necesito saber si mi hija está viva, porque si sé que está bien y me dice 'no me busques', aunque me doliera, lo respetaría. Ella vería. Pero una persona sin tomar medicación, con una crisis en la calle y sin dinero, es imposible que pueda estar viva así", señala Irene.
Para ella es "imposible" que su hija no le haya llamado en todo este tiempo. Han pasado más de dos meses. Ve muy improbable que haya perdido el teléfono y no haya comprado otro móvil o una tarjeta, como le llegaron a sugerir. Además, "sin tarjeta sanitaria no puede ir al médico en Francia". Y también duda incluso de que se encuentre en territorio galo: "No creo que fuera ella la del movimiento bancario. Y menos sin que haya imágenes en París. Puede ser un robo y un uso fraudulento de la tarjeta. Alguien la ha hecho algo. Me siento atada". Lo más inquietante para ella es que hace dos semanas acudieron los investigadores a su domicilio a tomar muestras de ADN y huellas digitales: "Me dio un ataque de nervios, les pregunté si apareció el cuerpo y me dijeron que solo es protocolo. Me tomaron las huellas y para el ADN les di un peine de mi hija". Irene solo quiere saber que Katy está en buen estado y asegura que no se rendirá hasta poder saberlo.
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