Bruno Hernández, más conocido como 'el descuartizador de Majadahonda', mató, descuartizó y trituró en una máquina picadora de carne a su tía Lina y su inquilina, Adriana. El crimen de esta dos mujeres conmocionó a la localidad madrileña y al panorama nacional, como cuentan a través de un profundo análisis del caso en el episodio 28 de eXpertos del crimen, disponible en la app de Mitele.
La Sección 30ª de la Audiencia Provincial de Madrid consideró que Bruno Hernández asesinó a su tía Lina y a Adriana. El 3 de octubre de 2017, el jurado popular votó por unanimidad la culpabilidad de Bruno Hernández. En el fallo se rechazaba las eximentes de trastorno psiquiátrico. Por su parte, la presidenta de la Sección 30ª, Pilar Alhambra Pérez, le condenaba a 12 años de cárcel por cada homicidio, 21 meses y un día de prisión por estafa, seis meses por falsedad documental y un año más por tenencia ilícita de armas.
Después de matar a su tía y a su inquilina, 'el descuartizador de Majadahonda' trituró sus cadáveres con una picadora industrial de carne que él mismo compró por poco más de 1.000 euros y que tenía en su sótano. Tras picar los cuerpos sin vida de las mujeres, Bruno Hernández escondió en un lugar aún desconocido los restos sin vida.
Ambos crímenes ocurrieron con casi cinco años de diferencia. La máquina picadora fue comprada, según la investigación, antes de la desaparición de Lina a finales de 2010. Los agentes constaron que fue entonces cuando la mujer usó por última vez la tarjeta sanitaria y las del banco, donde, además, ya no volvieron a verla. Lina había puesto la casa en venta pero desapareció misteriosamente sin despedirse de ningún familiar ni de los vecinos más allegados.
El atestado de la Guardia Civil argumentaba que Bruno le quitó a su tía todos los bienes y usó sus cuentas hasta agotar el dinero. Solo respetó una donde se ingresaba la pensión de Lina y con la que pagaba los gastos de la casa que aparentó heredar en usufructo.
Bruno comenzó a alquilarla por habitaciones hasta que en el mes de marzo de 2015 mató a Adriana Gioiosa, su última inquilina. Intentó limpiar y pintó las paredes del garaje pero los perros policías hallaron restos de sangre por todas partes.
En la picadora, en las cuchillas, y en los cuchillos de carnicero y machetes que guardaba en un maletín hallaron el ADN de la argentina. La Guardia Civil piensa que, tras matarla, descuartizó su cuerpo y después la trituró igual que hizo con su tía hacía cuatro años.
Pero cometió muchos errores que le delataron. La maleta de Adriana estaba en las zonas comunes del adosado. En la entrada de la casa se dejó su bolsa de aseo y parte de la documentación personal incluida las tarjetas de los bancos. La casa estaba desordenada, sobre todo la habitación de Adriana. Estaba tan revuelta que nadie podía creer que se hubiera marchado de viaje.
Otra de las pistas que no cuadraban fueron los mensajes que supuestamente Adriana envió a sus familiares. En realidad sospechan que los escribió su asesino porque el lenguaje no era el propio de una argentina. Y porque a uno le decía que se había mudado, a otro que estaba de viaje por Europa, a otra que se había comprado una casa en Italia y en el último que su teléfono estaba roto.
En la vivienda de Móstoles donde el presunto asesino mantenía una habitación, se dejó las llaves del vehículo de Adriana que encontrarían a unas manzanas, más documentación y joyas de la mujer llenas de sangre, dentro de unos guantes de látex.
Parece increíble que alguien que se toma su tiempo para limpiar pruebas comprando hasta en dos ocasiones productos de limpieza, o pintando las paredes del garaje salpicadas de sangre, se dejara ADN de Adriana por todas partes. Tampoco cuadran sus versiones de lo que hizo con ella. El detenido llegó a equivocarse de fecha diciendo a unos testigos que la había llevado al médico el día 30 y a otros el 31.
Las mismas incoherencias con respecto al paradero de su tía Lina hicieron sospechar a los investigadores que Bruno pudo matarla hacía cuatro años. No sólo porque la despojara de todos sus bienes aparentemente. O porque llevan cuatro años sin hablar. También porque dijo que la había llevado a buscar casa a Ávila y que tras dar vueltas por algunos pueblos no recordaba dónde la había dejado.
En 2017, el jurado consideraba que la esquizofrenia que sufre 'el descuartizador de Majadahonda', Bruno Hernández, no anuló su voluntad en el momento de los homicidios. Por eso, Bruno Hernández Vega fue condenado por la Sección 30ª de la Audiencia Provincial de Madrid a 27 años, tres meses y un día de prisión.
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