La monjas clarisas de Burgos han roto con la Iglesia católica. Lo han hecho en una carta en la que dicen sentirse perseguidas. En un manifiesto que acompaña a la misiva, cuentan que se unen a un cura excomulgado en 2019, Pablo de Rojas Sánchez-Franco. Por ahora, han dejado de dar misa y prohíben la entrada de los feligreses en el monasterio de Belorado.
La monjas del Belorado rompen con la Iglesia Católica de Roma a sabiendas, dicen, que las acusaran de “herejes”.
El pasado mes de abril, los obispos de Vitoria y de Burgos empezaron una investigación. Porque días antes, la Federación de Nuestra Señora de Aránzazu (Cantabria), a la que pertenece las monjas de Belorado, habían pedido una reunión al arzobispo de Burgos, Mario Iceta, por su “sospecha de una posible comisión de delito de cisma".
Esta situación, informa el diario ABC, ha derivado en la carta que han difundido las monjas informado de su ruptura con la Iglesia católica porque se sienten “perseguidas”. En el manifiesto que acompaña la carta informan que se unen al excura, Pablo de Rojas Sánchez-Franco, que fue excomulgado en 2019 por Iceta y al que consideran “obispo legítimo de la Santa Iglesia Católica”.
Pero la cuestión de fondo es más terrenal que otra cosa. Las religiosas aseguran que están “bloqueadas desde Roma por no querer concedernos licencia de venta del convento de Derio”, informa el citado diario. Las religiosas apuntan a un “telón de fondo de artimañas de las que hemos sido objeto estos años. Es un modus operandi, desmontar comunidades 'de línea tradicional' y quedarse con sus inmuebles y venderlos”.
En 2020, las monjas burgalesas y vitorianas llegaron a un “acuerdo de compra-venta” por 1,2 millones, “pero nunca se ha hecho ningún pago” más allá de la aportación inicial de 100.000 euros, explica ABC. Hasta que el pasado marzo, la abadesa aseguró tener un “benefactor” que “comprará” el templo, pero “mutismo absoluto” ante las reclamaciones del arzobispado para saber de esa persona.
El asunto está en los juzgados desde principios de mes, cuentan desde el arzobispado, que advierte de que las monjas clarisas de Burgos podrían cometer una “delito de cisma». No obstante, el arzobispado asegura que trata de mediar en la situación.
Este lunes por la tarde estaba prevista la misa como cada día. Sin embargo, los feligreses se encontraron las puertas del recinto cerradas a cal y canto. Junto a la verja, un cartel de "propiedad privada, prohibido el paso".
Los vecinos que acuden a misa habitualmente en el convento de Belorado se arremolinaron a las puertas y las monjas terminaron llamando a la Guardia Civil porque había gente entrando en su propiedad, cuenta el Diario El Norte de Castilla.
Los vecinos han contado que llevaban tiempo notando un ambiente extraño en el convento pero nunca imaginaron que las clarisas pudieran romper con la Iglesia católica.
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