Las orcas gladis han vuelto a provocar el hundimiento de un velero en el estrecho de Gibraltar. Golpearon varias veces el casco del barco y dañaron el timón, lo que provocó una entrada de agua que obligó a los tripulantes a solicitar la evacuación. Sólo hubo daños materiales. Con este último ataque, ya son siete los naufragios y embarcaciones hundidas desde 2020.
En esta ocasión el naufragio movilizó un helicóptero y provocó que se solicitara al petrolero MT Lascaux, que acudiera a la posición del velero para prestar asistencia, según fuentes del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible. Se indicó a los tripulantes que se pusieran los chalecos salvavidas y que encendieran el AIS (Automatic Identification System). Una hora después fueron rescatados.
Estos enfrentamientos se producen desde el año 2020, cuando las orcas comenzaron a manifestar un comportamiento disruptivo ya que las orcas establecieron de forma consciente y premeditada contacto físico con los barcos, provocando temor entre los navegantes del Estrecho de Gibraltar.
La historia de Gladis y su banda, pese a todo, es anómala y por eso ha provocado artículos en revistas especializadas. De hecho, la revista Marine Mammal Science, analizaba con precisión cada uno de los ataques de la banda de Gladis: en ellos participaban ballenas en dos grupos: un trío, a veces un cuarteto, de juveniles; y un grupo de edad mixta liderado por una hembra madura. Sí, hablamos de Gladis.
No todos los expertos, desconcertados, opinan igual. "Es igual de razonable sugerir que lo hacen porque pueden, porque es divertido", afirma Hanne Strager, cofundadora del Centro de Ballenas de Andenes (Noruega) y autora del libro The Killer Whale Journals (Los diarios de las orcas), según relata National Geographic.
En lo que va de 2023, la organización Orca Atlántica ha detectado hasta 53 interacciones en el área del estrecho de Gibraltar: en 12 se han registrado daños en los barcos y 31 han correspondido a avistamientos. Una cifra mayor que otros años en la misma época, aunque todavía es pronto para sacar conclusiones. El modus operandi de los contactos sea similar: golpear desde la popa el timón preferiblemente de barcos de vela.
"Se acercan al barco sigilosamente, en muchas ocasiones sin que los tripulantes se percaten; lo examinan con detalle, con curiosidad, y se sitúan debajo del bote. Empiezan a tocarlo y a golpear el timón con la cabeza para girarlo y lo pueden llegar a romper con un movimiento de palanca. “Saben que así gira la embarcación y que la pueden dirigir”, ha explicado respecto a este tema Alberto López, biólogo marino y vocero del grupo Orca Atlántica.
Si un velero o yate se cruza en el camino de una orca, el protocolo de actuación para navegantes del Grupo de Trabajo Orca Atlántica (GTOT) señala que lo más prudente es bajar la velocidad, parar el motor y no mover el timón. Porque este parece ser el elemento de las embarcaciones que más las estimula.
Los expertos alertan que las orcas suelen mostrar un comportamiento competitivo, y si los barcos aumentan la velocidad ellas hacen lo mismo, como si trataran de ganar una carrera. Disminuir la velocidad puede provocar que las orcas pierdan el interés y se alejen. No se recomienda, pese a que no han atacado nunca a los humanos, hacer ruidos mientras estén cerca ni sacar el cuerpo de las embarcaciones, porque cualquier movimiento de las orcas podría ser fatal.
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