Música, bares, ocio; el Día internacional de Concienciación sobre el Ruido se conmemorará este miércoles, un año más para animar a la movilización ciudadana frente a la contaminación acústica y "la sordera" de aquellas administraciones que priorizan actividades que no respetan el descanso vecinal.
Las fuentes de contaminación acústica son múltiples; las principales quejas ciudadanas proceden de ruidos de vecinos, instalaciones eléctricas, aires acondicionados, ascensores, puertas de garaje, ruidos incívicos, televisores, música alta, taconeo, arrastre de muebles, etcétera.
También de actividades empresariales como restaurantes, terrazas, veladores, bares, locales de ocio, discotecas, fiestas populares o tráfico.
"La contaminación acústica vulnera derechos fundamentales", asegura a EFE Yomara García, presidenta de la asociación Juristas Contra el Ruido (JCR), una de las organizaciones integrantes de la Campaña contra el Ruido 2024 para concienciar sobre sus perjuicios.
También participan en la misma las siguientes asociaciones: AECOR (Asociación española para la Calidad Acústica); CEAV (Confederación Estatal de Asociaciones Vecinales); FACUSPAT(Federación de Asociaciones contra la Contaminación Acústica y en defensa del Patrimonio Histórico); FACR ( Federación de Asociaciones contra el Ruido) y la Sociedad Española de Acústica (SEA).
"La inactividad e ineficacia municipal ante las denuncias por ruidos de miles de ciudadanos es un hecho constatado. Es urgente analizar la situación y adoptar soluciones", aseguran dichas organizaciones.
Añaden que cada vez son más frecuentes los casos de personas que denuncian ante los tribunales de justicia la vulneración de sus derechos fundamentales a la integridad física y moral, intimidad personal y familiar e inviolabilidad del domicilio.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pérdida auditiva por exposición excesiva al ruido es una de las enfermedades irreversibles más frecuentes.
Su recomendación es no superar 45 decibelios por la noche y los 60 decibelios en el exterior durante el día, aunque varían los limites locales según las ordenanzas municipales y sectores. No es lo mismo en un ámbito educativo, hospitalario o industrial.
No obstante, el ruido es un concepto subjetivo; no a todo el mundo le molesta lo mismo. Por ejemplo las olas del mar pueden llegar a 80 decibelios, pero agradar al que las escucha.
Según la presidenta de la asociación de Juristas Contra el Ruido (JCR), las víctimas del ruido "suelen arrastrar al menos dos años de sufrimiento" cuando deciden dar el salto de pedir ayuda legal tras la inacción de las administraciones públicas frente a sus quejas.
"El ruido es un enemigo, un veneno invisible; no lo percibimos, no tomamos conciencia y normalizamos que en las ciudades tengamos que soportarlo. No exigimos un silencio absoluto en las ciudades, sería imposible, sino medidas para reducir la contaminación acústica".
"Todos deberíamos poner nuestro granito de arena, y las administraciones demostrar voluntad política", medios de formación, recursos humanos y técnicos con campañas de sensibilización, igual que con el tabaco, la seguridad vial o la violencia de género, expone la experta.
Según Yomara García, las personas expuestas al ruido "sufren muchísimo" y pueden enfermar gravemente. La contaminación acústica se relaciona con problemas cardiovasculares, insomnio, acortamiento de vida, ansiedad, depresión, demencia o ictus.
Provoca además absentismo laboral y escolar y grandes pérdidas económicas, además de altos costes sanitarios por ingresos hospitalarios.
A nivel socioeconómico, la contaminación acústica empobrece a las familias porque devalúa el precio de sus hogares a la hora de venderlos o alquilarlos.
La ley 37/2003 del ruido armonizó la regulación de la contaminación acústica en España pero son las comunidades autónomas, y en última instancia los ayuntamientos, los responsables de legislar dentro de su territorio las actividades que producen ruido y quedan fuera de dicha norma. A nivel europeo está la directiva de 2002.
Es un gran avance que "los ciudadanos estén empezando a tomar conciencia de que pueden ejercer derechos fundamentales que prevalecen frente a otros como el ocio o la actividad empresarial; jerárquicamente es superior el derecho fundamental a la intimidad personal", asegura la jurista.
Ha advertido de que todavía llegan casos a los despachos de abogados cuyas víctimas aseguran que desde ciertos sectores se les anima a abandonar la ciudad, marchar al campo, como opción frente a la contaminación acústica.
Se les hace creer falsamente que sus quejas son infundadas y que la vida urbana conlleva aceptar el ruido; sin embargo, esto no debe ser así, argumenta la experta.
Ha añadido que, desde las administraciones se tiende a priorizar ciertas actividades económicas incluso si son ruidosas con el pretexto de que generan ingresos económicos y empleo y por tanto beneficios para la sociedad.
"No hay concienciación sobre el problema, se minimiza", advierte; a menudo a "las personas que protestan son tachadas de antisociales, especialmente sensibles, con matices peyorativos; de ser histéricas y con poca tolerancia. Y eso no es verdad", precisa.
Denuncia que las administraciones públicas son lentas para iniciar trámites y expedientes sancionadores tras las reclamaciones ciudadanas que a menudo acaban caducando.
Además, no siempre se hacen las inspecciones debidas, prosigue la experta; muchas veces, la policía local ni siquiera dispone del instrumental para las mediciones del ruido ni operarios suficientes con horario nocturno para vigilar espacios ruidosos.
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