La diabetes es una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo, y presenta desafíos únicos e ineludibles para aquellos que buscan mantener un estilo de vida activo y autónomo, incluyendo la conducción de los distintos tipos de vehículos. La Dirección General de Tráfico (DGT) reconoce estos desafíos y, por tanto, ha establecido una serie de recomendaciones específicas para conductores diabéticos, con el objetivo de garantizar su seguridad y la de los demás usuarios de las vías públicas.
Existen principalmente dos tipos de diabetes: tipo I y tipo II. La diabetes tipo I se caracteriza por una falta de producción de insulina en el cuerpo, lo que requiere que los afectados dependan de inyecciones de insulina para sobrevivir. Por otro lado, la diabetes tipo II, que constituye alrededor del 90% de los casos, se produce cuando el cuerpo no puede utilizar adecuadamente la insulina que produce. Este tipo de diabetes está comúnmente asociado con el sobrepeso y un estilo de vida sedentario, factores que pueden complicar la gestión y convivencia con la enfermedad.
Ambas formas de diabetes pueden tener graves repercusiones en la salud si no se gestionan de la manera adecuada, incluyendo riesgos de aparición de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, daños a los nervios (neuropatías), insuficiencia renal, ceguera, e incluso la necesidad de amputaciones debido a infecciones.
La DGT enfatiza que la diabetes puede incrementar el riesgo de accidentes de tráfico debido a varias de las complicaciones asociadas con la enfermedad. Entre estas complicaciones se encuentran la hipoglucemia, la retinopatía diabética que afecta la visión, y la neuropatía diabética que puede mermar la movilidad y sensibilidad en pies y piernas, complicando el uso adecuado de los pedales del vehículo.
Para minimizar estos riesgos, la DGT aconseja a los conductores diabéticos realizar una serie de prácticas preventivas antes y durante la conducción. Son los siguientes
La sinceridad en la comunicación con el médico tratante es una parte esencial del proceso para todos los conductores que sean diabéticos. Es importante informar de cualquier episodio de hipoglucemia, especialmente si estos han sido graves o resultan frecuentes, ya que esto puede requerir ajustes en el tratamiento recibido o en el enfoque de gestión de la propia enfermedad. Esconder o no comunicar este tipo de información puede tener consecuencias importantes no solo para el paciente en cuestión, sino también para otros conductores y peatones con los que se comparte vía.
Además, al consultar con los médicos estos nos pueden dar pautas para conseguir para reducir los riesgos en caso de las distintas dolencias relacionadas con la enfermedad, como evitar conducir de noche en el caso de retinopatía, o aconsejarnos el uso de pedales adaptados en caso de que presentemos una neuropatía diabética, entre otros.
En definitiva, vivir con diabetes implica enfrentarse a varios desafíos de manera habitual, pero con un planteamiento y gestión adecuados, además de seguir las recomendaciones de la DGT y los profesionales médicos, es posible reducir significativamente los riesgos asociados a la conducción cuando sufrimos diabetes. La educación sobre la enfermedad, un buen control glucémico, y la adopción de medidas preventivas son clave para garantizar la seguridad en la carretera. La diabetes no tiene por qué ser un obstáculo para la independencia y la libertad que proporciona la conducción, siempre y cuando se tomen las precauciones necesarias.