La práctica de hacer ejercicio con el estómago vacío, a menudo denominada "cardio en ayunas", ha sido objeto de debate entre expertos en salud y fitness durante años. Esta estrategia, adoptada por algunos deportistas para maximizar la quema de grasa y mejorar el rendimiento atlético, se ha enfrentado a tanto defensores como detractores. La ciencia detrás de esta práctica es compleja y variada, con estudios que ofrecen resultados tanto a favor como en contra.
Los argumentos a favor de hacer ejercicio con el estómago vacío se centran principalmente en la idea de que esta práctica puede conducir a una mayor pérdida de grasa. La lógica detrás de esto es que, al ejercitarnos sin haber consumido alimentos, el cuerpo podría recurrir más rápidamente a las reservas de grasa como fuente de energía.
Sin embargo, esta afirmación es objeto de debate. Diversos expertos argumentan que, aunque el cuerpo pueda quemar más grasa durante el ejercicio en ayunas, esto no necesariamente se traduce en una pérdida de grasa significativa a largo plazo. Además, hay quienes sugieren que el ejercicio sin una ingesta previa de alimentos puede ser ineficaz, arriesgada y, en algunos casos, contraproducente.
Por supuesto, estos hallazgos deben considerarse en el contexto de la salud general, las metas personales y las preferencias individuales de cada persona. No todos los cuerpos reaccionan de la misma manera al ejercicio en ayunas, y lo que funciona para una persona puede no ser ideal para otra.
Uno de los principales argumentos a favor de hacer ejercicio con el estómago vacío es su potencial para una mayor quema de grasa. Los defensores de esta práctica sugieren que, al ejercitarse sin haber consumido calorías recientemente, el cuerpo se ve obligado a utilizar las reservas de grasa para obtener energía, lo que podría conducir a una mayor pérdida de grasa a largo plazo.
Investigaciones recientes han demostrado que el ejercicio en ayunas puede incrementar la utilización de grasas y mejorar los perfiles lipídicos. Un estudio de 2019 demostró que el ejercicio aeróbico después de un ayuno nocturno potencia las señales metabólicas al músculo esquelético y el tejido adiposo, lo que podría resultar en una disminución del consumo calórico a lo largo del día.
La eficiencia metabólica, o la capacidad del cuerpo para quemar calorías, es otro aspecto que se cree mejora con el ejercicio en ayunas. La teoría es que al entrenar sin una fuente de energía inmediata de alimentos, el cuerpo se adapta para ser más eficiente en la utilización de sus reservas de energía.
Mientras que el ejercicio en ayunas puede tener beneficios para la quema de grasa, también presenta ciertos riesgos y consideraciones que deben tenerse en cuenta: