La catedral de Barcelona amanece sin excrementos de palomas. Con su nuevo sistema de cables, la ciudad ha conseguido librarse de estas aves con un método que no resulta letal ni peligrosa. Muchas zonas han comenzado a idear, de manera creativa, diferentes formas para escapar de estos pequeños animales. Así ha pasado en Madrid, donde los halcones se han convertido en su arma más eficaz contra las palomas.
Mallas, láser y ultrasonido son algunas de las ideas que se han implantado en la Alhambra de Granada para acabar con estas aves. Y es que los excrementos de las palomas se han convertido en un verdadero problema para los monumentos, ya que pueden alterar su materialidad.
Barcelona ha instalado un cableado para ponerle fin a los excrementos de palomas. Se trata de un sistema, ni letal ni peligroso para las aves, que provoca una pequeña descarga eléctrica y que impide que se queden en la zona.
En el Ayuntamiento de Madrid el plan ha sido diferente. Un halcón y dos águilas custodiarán la Puerta de Alcalá para ahuyentar a las palomas, causantes de la afección biológica más destacada del monumento. Es una medida sin precedentes que se irá valorando progresivamente durante 2024.
Los excrementos se convierten en sustrato y fuente de nutrientes para otros organismos como bacterias y hongos, lugar de crecimiento de líquenes y musgos, así como insectos y microorganismos o incluso el crecimiento de raíces de plantas superiores. Esto provoca humedad que, a su vez, facilita otras reacciones químicas. Entre las enfermedades que pueden transmitir las palomas se encuentra: el criptococosis, salmonelosis, psitacosis, neumonitis y histoplasmosis.
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