La esperanza de vida en España no para de crecer. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística señalan una evolución constante para situarse en los 85,74 años en el caso de las mujeres y en 80,36 para los hombres. La longevidad es un reto social, económico, sanitario y laboral que exigen una planificación a largo plazo durante todas las etapas de la vida, y esta es una tarea que implica no solo a las administraciones, sino también a cada ciudadano. Los expertos hablan de éxito, pero también de desafíos para los proyectos de vida personales y familiares.
Rosalía Mota López, profesora en la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Comillas de Madrid sitúa esta vida más larga como un "logro de la humanidad" que "impacta en todas las dimensiones de la vida, la económica, la social, la relacional, la salud, y en diferentes ámbitos, como los personales, familiares y sociales, y que en la esfera de lo público supondrá nuevas oportunidades, en el sentido de que las personas viviremos vidas más largas con proyectos vitales más ricos".
En la base del mensaje de esta experta está la necesidad de concebir la longevidad como una carrera de fondo a lo largo de toda nuestra vida con el objetivo de lograr una vida plena y activa, sin limitaciones físicas o cognitivas significativas.
Rosalía Mota recuerda que "tradicionalmente se habían venido asociando con el paso a la jubilación, pero con la longevidad que tenemos actualmente podemos esperar casi vivir después la jubilación otra cuarta parte de nuestra vida. Es lo que se conoce como la esperanza de vida saludable".
Como consecuencia de este enfoque "visualizamos a los mayores como personas permanente ociosas y realizando actividades, aunque también las asociamos de forma mecánica como personas enfermas dependientes que requieren permanentemente cuidados y por lo tanto, son una carga familiar y social al presupuestariamente hablando".
Para evitar que esto ocurra, y siendo conscientes de que "vamos a vivir más años y, además, en mejores condiciones de salud", hay que entender que la longevidad requiere de una planificación a lo largo de toda nuestra vida comenzando a edades tempranas.
Según esta experta, "la longevidad requiere centrarse en toda la vida, durante todas sus etapas. No es una cuestión que atañe única y exclusivamente en los años de envejecimiento", y para hacer posible esta planificación asegura que es "imprescindible pensar en estrategias y cambios personales, familiares, sociales y de políticas que permitan la sostenibilidad y los proyectos personales en las diferentes etapas de la vida".
La longevidad nos obliga a un gran cambio social en todos los niveles ya que "cada vez más los proyectos vitales van a estar separados de la edad cronológica. Ya que las decisiones sobre cuando se estudia, cuando se empieza a trabajar, cuando uno deja el mercado laboral, cuando se forman parejas o cuando se tienen hijos, son acontecimientos vitales que vamos a tener cada vez más probabilidad de vivir a cualquier edad. Y también más opciones de cómo vivirlos".
Esto se traduce, según esta experta, en que, si pensamos en las carreras laborales, cada persona va a tener cada vez más margen para decidir cuándo interrumpir los empleos para cuidar, cuándo prolongar la vida laboral o cuándo hacer más uso del empleo a tiempo parcial y flexible (sin que eso acarre una pérdida de derechos).
Por eso es tan importante tener en cuenta de forma planificada que "la vida que hayamos tenido, las opciones que hayamos tomado, los recursos de todo tipo, no solo materiales en términos de recursos económicos que hayamos sido capaces de acumular a lo largo de nuestra vida, serán cada vez más importantes para perfilar nuestras condiciones de vida en las edades más avanzadas".
Como consecuencia de esta conexión entre longevidad y envejecimiento se genera una relación directa entre los recursos acumulamos a lo largo de la vida y la calidad de esta, teniendo en cuenta cómo las estructuras, las políticas, los sistemas de protección tendrán que hacer posible que todas las etapas de la vida se vivan en una forma más sostenible".
¿Y qué supondrá todo esto?, según Rosalía Mota, todo indica que prolongaremos nuestra edad laboral cambiando la forma en la que concebimos actualmente cuestiones tan básicas como formar una familia. La realidad es que "cada vez se tienen hijos más tarde, incluso a diferentes edades y con diferentes parejas. Es decir, los aportes a la natalidad no provienen ya solo de modelos normativos de familia que se desarrollan en unas edades predeterminadas, la de adultos jóvenes, sino que, por ejemplo, igual tenemos que pensar que favoreciendo fórmulas de empleo flexibles a todas las edades, estamos también favoreciendo en algunos casos proyectos de crianza más tardíos y por supuesto también vidas laborales más prolongadas más allá de las actuales edades de jubilación".
"Es evidente que hay que favorecer que las personas puedan incorporar en sus proyectos vitales proyectos familiares, porque si tú les preguntas a las mujeres que no tienen hijos si les hubiera gustado tenerlos o a las parejas que no tienen hijos, si les hubiera gustado tenerlos, un importante volumen dice que sí", concluye esta experta.
Muchas veces, la longevidad es observada desde un punto de vista económico, como una carga para los presupuestos sociales en atención a las personas mayores. Para evitar la aparición estos reproches, esta experta reclama "desarrollar políticas que eviten el enfrentamiento entre generaciones ya que, si solo vemos la carga en pensiones y cuidados, estamos obviando la contribución en términos de trabajo no remunerado que hacen muchos adultos de edad más avanzada cuidando a otras personas siendo labores productivas que suponen una parte importante de nuestra riqueza económica. Y si se miden, y hay diferentes mediciones al respecto, tienen un impacto relevante en las magnitudes económicas favoreciendo la conciliación en el seno de las familias.
Pero también hay que tener en cuenta que "la longevidad va a suponer que haya más prevalencia de enfermedades crónicas, seguramente desde edades también más tempranas, que requerirán de un enfoque más preventivo en los sistemas de atención sanitaria. Y también incorporar cierta lógica de autocuidado en estos sistemas y en nuestros proyectos personales, en todas las edades".
Por todo ello nos tenemos que preparar para "carreras laborales más largas, pero más ricas, con opciones de salida y entrada más flexibles que nos permitan desarrollar proyectos profesionales sin tener que renunciar a la conciliación ni al ocio personal"
También "habrá que prestar al fomento de las relaciones personales, una de las dimensiones claves del bienestar a todas las edades y no solo en el ámbito familiar o de amistades, sino también en todos aquellos en los que desarrollamos nuestra vida".
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