El embalse de Sau, en Barcelona está solo al 16 por ciento y es la razón por la que hasta seis millones de catalanes sufren restricciones. Son ya treinta y seis semanas de sequía, la Generalitat no descarta incluso traer agua en barco. El contraste lo vemos en pantanos como el de Santa Teresa, en Salamanca. Las últimas lluvias han subido sus reservas al 73 por ciento.
La peor sequía de la historia en Cataluña se refleja en imágenes de elocuencia dramática. El hormigón gana terreno al agua en la presa del pantano de Sau, con su iglesia de la que solo asomaba el final del campanario y que ahora se muestra en su totalidad, en medio de una extensión ocre que aumenta cada día.
En el embalse de La Baells los pilares del viaducto muestran el nivel que alcanzó el agua en mejores tiempos, y en parte de su cauce, perfectamente transitable a pie, apenas queda un riachuelo.
Ha dejado de caer el agua equivalente a la lluvia de todo un año normal en Barcelona, y eso deja la cuenca interna de Cataluña por debajo del 20 por ciento, en una situación parecida a la que se vive en Levante y en Andalucía.
La media de la península está mejor, en una tendencia todavía al alza con las lluvias de este otoño, y que deja imágenes esperanzadoras. En poco más de un mes, el embalse de Santa Teresa se observa a más del 70 por ciento, alejado de la penuria que mostraba a principios de octubre.
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