Carles (nombre ficticio) estuvo acosando, junto a un amigo, a un compañero de su instituto en Barcelona durante siete meses. Evitó el juicio gracias a un proceso de mediación del que salió no solo sin condena sino, además, reconfortado: "Pedir perdón fue liberador".
En una entrevista con EFE, Carles, de 16 años, relata su experiencia como participante en uno de los cerca de 70 procesos de justicia restaurativa que la Generalitat lleva a cabo anualmente en Cataluña para tratar de resolver por la vía alternativa de la mediación casos de acoso escolar que llegan a los juzgados de menores.
Guiados por un mediador del Departamento de Justicia, infractores y víctimas buscan un acuerdo que permita archivar la vía penal mediante distintas fórmulas: una reunión cara a cara, un encuentro con profesores y compañeros de clase o un intercambio de cartas o vídeos puede propiciar el pacto extrajudicial, procesos que tienen éxito en un 67 % de casos.
Entre marzo y noviembre del año pasado Carles y su amigo, que también esquivó el juicio gracias a una mediación, no dieron tregua a su compañero de instituto acosado, primero a través de mensajes humillantes por Instagram, que derivaron en amenazas en redes sociales y grupos de whatsapp, y después con vejaciones físicas ya dentro del aula.
La víctima acabó por presentar una denuncia contra sus dos acosadores, lo que motivó que la Fiscalía abriera una investigación y remitiera el caso a los equipos de mediación del Departamento de Justicia para que exploraran las posibilidades de un acuerdo entre los afectados, que finalmente prosperó.
Carles acudió a una reunión cara a cara con la víctima, en presencia del mediador y de los padres y abogados de ambos: "Hablamos de lo que había pasado y llegamos un pacto, con la condición de que yo siguiera un tratamiento psicológico, que borrara las pruebas del acoso en las redes sociales y, obviamente, que pidiera perdón", explica.
"Me acuerdo de que él ni me miraba, no hubo mucho contacto físico, fue muy frío", rememora Carles, que reconoce que asistió al encuentro "muy nervioso" -sobre todo después de ver que el otro acosador había salido llorando de la reunión de mediación-, pero que a la vez se sentía "cómodo, porque era una oportunidad de liberarse de todo lo que había pasado y de pedir perdón".
Confiesa que la mediación le sirvió para recuperarse del "gran sentimiento de culpa" que arrastraba por su comportamiento -lo que a la postre desembocó en un cuadro de ansiedad social por el que requirió tratamiento psicológico- y le permitió "seguir adelante".
Carles, que ahora estudia en otra escuela y no ha vuelto a verse con la víctima, asegura que la mediación le ha hecho "cambiar" y lo ha vuelto "empático" con las víctimas de "bullying". Cuando hace unos meses observó que unas chicas de su nueva clase empezaban a burlarse de una compañera y a dejarla de lado en los trabajos, no dudó en acercarse a ella.
Las veces que ha analizado lo que pasó con el otro acosador, ambos han concluido que fueron "unos imbéciles", revela Carles, quien hace años también fue víctima de "bullying" y ahora, gracias al tratamiento psicológico, ha cobrado conciencia de que acosar a otros le hacía sentirse protegido: "Había dejado de ser una presa. Antes pensaba que o eres de los que comen o de los que son comidos", admite.
En una entrevista con EFE, la jefa del Servicio de Mediación y Asesoramiento Técnico de Menores de la Generalitat, Lidia Ayora, resalta las virtudes de los procesos de justicia restaurativa como alternativa a los juicios, porque dan "protagonismo" a las partes -las medidas son pactadas, no impuestas- y tienen un efecto "reparador" para las víctimas.
No es fácil la mediación en los casos de "bullying", reconoce Ayora, puesto que a menudo la responsabilidad del acoso es "muy compartida, queda diluida, son grupos de chavales que cada uno de ellos hace una cosa pequeña y al final tienen la percepción de que es insignificante. Y lo que provoca el daño a la víctima es la acumulación de todo".
Según la técnica, uno de los tipos de mediación más fructíferos son las que reuniones en las que, además de los afectados, participan otros compañeros de clase que han actuado como "observadores" del acoso escolar sin intervenir, una actitud en apariencia inocua pero que tiene "una gran incidencia en las víctimas, que se sienten aisladas y solas".
En otras ocasiones, además de los compañeros de clase, se invita a participar en los encuentros a expertos en "bullying" que teoricen sobre el fenómeno, a los tutores y hasta al director de la escuela", en lo que se conoce como "reunión restaurativa", cuyos efectos van más allá del caso concreto e influyen en todo el entorno educativo.
Ayora recuerda una reciente reunión entre cuatro chicas, una de las cuales fue acosada en el tránsito de la escuela de primaria al instituto. La mediación les permitió sincerarse sobre las dificultades con que se habían topado cada una de ellas al cambiar de centro, hasta el punto de que organizaron un encuentro de toda la clase para poner en común sus experiencias.
En los casos en que las víctimas prefieren no verse con sus acosadores, existen otras alternativas de mediación, como delegar en la justicia los acuerdos para evitar el juicio, de forma que el infractor acepte saldar su deuda con trabajos en beneficio de la comunidad o en una ONG, a propuesta de los equipos de justicia juvenil.
Los procesos de mediación acumulan una larga experiencia en Cataluña, donde esta semana se celebrarán los 25 años de justicia restaurativa en un acto presidido por la consellera de Justicia, Gemma Ubasart, coincidiendo con la Semana Internacional dedicada a este tipo de procesos.