El pan de cada día en cualquier hogar es encontrarse alimentos pasados de fecha dentro de nuestras estanterías, nevera o congelador. Por supuesto, no todos los alimentos son iguales, ni todas las fechas tan estrictas. De hecho el consumo preferente es algo completamente distinta a la fecha de caducidad, ya que da un mayor margen para consumir esos alimentos o ingredientes, dentro de un periodo de tiempo prudencial. Es difícil saber ‘qué’ y ‘cuánto tiempo’ pueden aguantar los distintos alimentos, y por eso hemos venido a arrojar luz sobre este tema de capital importancia.
Fecha de caducidad vs. fecha de consumo preferente
Ambas fechas son importantes y se deben tener en cuenta a la hora tanto de comprar, como de consumir cualquier producto alimenticio. Sin embargo, la fecha de caducidad tiene una relevancia mayor, casi capital. Se trata de la fecha que indica hasta cuándo es seguro consumir un producto concreto. Suele aparecer en productos que requieren refrigeración, como los productos lácteos, la carne y pescado, platos preparados… Consumirlos supone riesgo de intoxicación alimentaria, aunque tengan en apariencia aspecto normal y saludable.
Los productos con fecha de caducidad no deben volver a congelarse después de ser descongelados, y deben cumplir unas pautas de congelación y manipulación que afectarán directamente a la fidelidad de dicha fecha de caducidad. Está prohibido vender productos que hayan alcanzado la fecha de caducidad.
El consumo preferente, por su parte, indica la fecha a partir de la cual ciertas propiedades nutricionales pueden comenzar a fallar. No son productos peligrosos para su consumo, pero pueden perder sabor y calidad, en general. Se pueden vender productos que hayan llegado a su fecha de consumo preferente.
Tipos de productos que se pueden consumir tras su caducidad
Hay una larga lista de productos que pueden consumirse más allá de su fecha de caducidad, pero que por precaución incluyen dicho límite. Eso sí, hay que tener en cuenta que los casos de alimentos ‘eternos’ son muy escasos, y la mayoría de ocasiones se puede exceder el límite unos días. Entre este tipo de alimentos podemos encontrar los siguientes:
Pan: Aunque cuente con fecha de caducidad el verdadero límite lo marca la aparición de moho. Es un alimento que además se puede congelar para su consumo posterior.
Mantequilla: En la nevera la mantequilla puede mantenerse un largo periodo de tiempo, e incluso puede congelarse.
Caramelos: Las típicas chucherías pueden aguantar meses, y hasta un año en el caso de los caramelos duros, el chocolate negro, gelatinas y caramelo.
Comida enlatada: La fecha de caducidad en las latas suele depender del envasado, pero pueden aguantar sin problemas de 2 a 5 años tras su caducidad.
Queso: De nuevo, la única alarma es la aparición de moho.
Patatas fritas y similares: Pueden aguantar bastante tiempo más allá de la caducidad. Si saben o huelen mal, es mejor tirarlas.
Condimentos: En general aguantan de 1 a 2 años más de la fecha de caducidad marcada.
Huevos: Aguantan de 3 a 5 semanas desde la compra, y es mejor mantenerlos en su cartón para que no estén expuestos a los cambios de temperatura de la bandeja que las neveras tienen en sus puertas. Para comprobar si siguen siendo comestibles, ponlo en el fondo de un cazo con agua. Si flota, deberías tirarlo.
Carne y pescado: El pescado fresco aguanta dos días, pero si lo congelamos puede aguantar hasta 9 meses en nuestro congelador. Lo mismo ocurre con la carne, que aguanta hasta 4 meses congelada.
Miel: Uno de los pocos productos que pueden durar para siempre.
Leche: Dependiendo del tipo de leche, puede aguantar hasta 10 días después de su fecha de caducidad. La clave es el olor.
Pasta: Hasta 2 años después de su fecha de caducidad puede llegar a aguantar este alimento.
Arroz: Otro alimento que puede durar años en su contenedor. En concreto hasta 5 años tras su fecha de caducidad.
Yogur: Hasta 3 semanas tras su fecha de caducidad es lo que puede aguantar un yogur sin abrir.
Bebidas alcohólicas: En general no perderán propiedades y frescura, aunque puede que la cerveza sí que se deje algo de sabor por el camino si la almacenamos mucho tiempo.