La detención de Santiago, un camarero de 25 años residente en Madrid, ha destapado un terrorífico caso que ha sobrecogido incluso a los propios investigadores. Con antecedentes previos por estar en posesión de pornografía infantil, en su último arresto, que se produjo el pasado mes de agosto, los agentes especializados en ciberdelincuencia descubrieron que violó a su bebé, se grabó haciéndolo e incluso ofreció después a su hija a otros pedófilos y pederastas.
Repitiendo un patrón común, había hecho de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea un lugar desde el que perpetrar sus engaños y una herramienta fundamental para cometer sus crímenes y compartirlos. Desde aquí no solo engañaba a sus víctimas e intentaba captarlas para abusar de ellas y agredirlas sexualmente, sino que además lo distribuía, dándole difusión y poniéndolo al servicio de otros ciberdelincuentes.
Su radio de acción, no obstante, no se limitaba a Internet y sus redes. También lo intentaba en su espacio habitual. ‘Cazaba menores’ en sus salidas por Madrid e incluso aprovechaba su entorno para intentar procurarse los teléfonos de menores a los que conocían, tal como recoge El Mundo citando declaraciones de diversos testigos que le conocían.
De origen venezolano, pero residente en España desde muy joven, no solo intentaba seducir a sus víctimas menores a través de aplicaciones en las que llegaba a ofrecerles mantener relaciones “con condón o sin condón”, como revela el citado medio, sino que también en la calle intentaba acercarse a ellos si encontraba una oportunidad.
Las primeras pistas que revelaban quién era Santiago realmente llegaban en 2021. Fue en ese año cuando le detuvieron por compartir pornografía infantil. Entonces, llegaron incluso a prohibirle los accesos a cualquier red social, pero continuó como un reincidente.
Antes de su última detención, de hecho, fue arrestado otra vez, pero sus atrocidades continuaron a lo largo del tiempo hasta ahora, cuando permanece en prisión tras una tediosa investigación que ha sobrecogido incluso a los expertos tras descubrir el alcance de sus delitos.
Fue en septiembre de 2022 cuando la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional se pondría tras su pista tras recibir una alerta de los expertos del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (HSI), los cuales, analizando las ‘deep webs’, se toparon con el caso de una persona que “compartía imágenes sobre explotación sexual a menores de corta edad a través de diferentes redes sociales”:
Así, indagando y progresando en la investigación, dieron con Santiago en cuestión de días. Se encontraba en Lucero, en el barrio de Aluche, al sur de Madrid.
Por sus antecedentes y la gravedad de los hechos investigados, inmediatamente fue puesto bajo vigilancia, conociendo así que había sido padre hacía poco, en mayo de 2022, lo que multiplicó los temores.
Ante esta situación, acelerando todas las pesquisas, los agentes lograron entrar en el domicilio de Santiago tras obtener una orden de registro. Vivía con su pareja y su bebé en un piso de alquiler que, además, la pareja compartía con otras dos personas.
Al inspeccionar la vivienda, los efectivos policiales desplazados hasta allí pudieron comprobar que se encontraba en pésimas condiciones de salubridad. La casa estaba muy sucia y entre la basura acumulada había restos de porros y sustancias estupefacientes. La bebé, además, presentaba numerosos arañazos, por lo que en esta suma de circunstancias dieron alerta a los Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid, que retiraron la custodia a los padres mientras la investigación continuaba.
En el registro, los agentes incautaron material informático y en ellos encontraron al menos dos vídeos que, grabados en diciembre de 2022, registraban el momento en que Santiago violaba a su hija, que no llegaba al año.
En esas imágenes no se veía el rostro de la pequeña, pero los agentes no tardaron en concluir que era ella porque reconocieron una sillita de bebé y un sofá que habían visto en la inspección de la casa.
En el análisis de un dispositivo móvil la Policía también descubrió múltiples conversaciones en las que el ahora detenido ofrecía a su bebé a otros pedófilos y pederastas “para tener sexo” e incluso participar con su mujer en la violación de la pequeña, aunque no consta que nadie participase de la barbarie y los investigadores no detectaron que fuese víctima de abusos sexuales por parte de otra persona.
Más allá, también se encontraron un centenar de grabaciones pornográficas, todas con menores de dos años. La mayoría eran conocidas por los investigadores al encontrarlas de forma recurrente entre el material de otros pedófilos investigados, por lo que no fueron grabas por él, aunque sí compartidas por múltiples canales, algunos de uso muy común.
En toda esta trama también estaba inmersa de un modo u otro la mujer de Santiago. La Policía también la detuvo a ella en esta última ocasión. Estaban en un piso en Pinto después de que les echasen de su residencia en Lucero, –tal como hiciesen los padres de Santiago con él cuando, siendo adolescente, dio una paliza a su padre–.
Los agentes encontraron pornografía infantil en el dispositivo móvil de su pareja, madre de la niña, pero él le dio una coartada asegurando que no tenía nada que ver y que había sido él el que usó su teléfono para distribuirlo a través de sus aplicaciones de mensajería.
De ese modo, ella quedó en libertad sin cargos, pero no todas las partes de la investigación creen en esa coartada, encontrando difícil que no supiera nada.