La seguridad vial es uno de los pilares fundamentales para una conducción segura, y para poder decir con total seguridad que vamos seguros es necesario conocer al dedillo los secretos y detalles del vehículo que conducimos. Dentro de cada coche hay montones de indicadores, interruptores y palancas, y es clave conocer el propósito de cada uno de ellos para poder tener controlada la situación en todas las circunstancias.
Aunque no todos estos elementos son comunes en la totalidad de vehículos, sí que hay unos cuantos que están presentes en todos los coches. Es el caso de los espejos retrovisores, que necesitan poder ajustarse en función de las necesidades del conductor, ya que su función es clave para la conducción, puesto que permiten que veamos la parte trasera de nuestro vehículo. Sin embargo, lo que quizás no sabías es que la palanca que se encuentra detrás del retrovisor interior tiene un propósito, y que es bastante más importante de lo que creerías.
Piensa en cómo funciona este retrovisor, ya que al fin y al cabo refleja lo que tenemos a nuestra espalda, sin diferenciar intensidad, fuente, etc. Ahora piensa en lo que suele ir en esa zona mientras estamos conduciendo. Sí, otros vehículos, has acertado. Esto, que durante el día no supone problema alguno, durante la noche sí que puede suponer un problema, ya que además de reflejar la imagen, también refleja la luz de los faros de los coches detrás de nosotros.
Según las normas de seguridad vial las luces de largo alcance solo se pueden utilizar al viajar a más de 40 kilómetros por hora, estando fuera de poblado y entre la puesta y salida del sol, en vías poco iluminadas. Además están prohibidas si deslumbran a otros de frente o a través del retrovisor. Y esta es la clave, ya que al usarse solo cuando no hay vehículos a la vista, puede haber ocasiones en las que un vehículo aparezca ante nosotros tras una curva, deslumbrándole si llevamos las luces largas.
Ahí es donde entra en juego la palanca trasera de la que os venimos hablando. Se trata de una pequeña pestaña en la parte trasera inferior del espejo interior. Al pulsarla se reduce la fuerza del reflejo, haciendo que las luces que hasta hace unos segundos nos deslumbraban, dejen de hacerlo.
Se trata de un detalle que gira en torno a cómo se fabrican los retrovisores. Se trata de una superficie que consta de dos partes, por una parte una superficie que refleja lo que ante ella, como pasa con cualquier espejo, y una pieza de cristal que lo cubre. Es precisamente en este último elemento donde está la clave. Y es que su grosor no es uniforme, siendo más grueso en la parte superior, siendo más fino en la parte inferior.
Por eso la luz que impacta en el retrovisor se refleja dos veces. Una en el espejo, y otra más en el cristal. Por eso al pulsar el interruptor y girar un poco el retrovisor dejamos de ver un reflejo y pasamos al otro. Es decir, pasamos del reflejo ‘fuerte’ del espejo, al reflejo más débil del cristal, y viceversa. Misterio resuelto respecto a la palanquita de marras.
Sin embargo, cabe plantearse un aspecto: ¿Qué pasa si tu coche no tiene esa palanquita? Hay modelos de coches modernos que no incluyen este elemento por un motivo de lo más sencillo. En este tipo de vehículos hay sensores que detectan la luminosidad que recibe el retrovisor y cambian automáticamente la opacidad, sin que tengamos que preocuparnos de incómodos deslumbramientos. Aún así, esta medida no es ni mucho menos estándar, y siguen saliendo modelos coches nuevos que continúan incluyendo la famosa palanquita en el retrovisor.