La dislexia es un trastorno del aprendizaje que consiste en la alteración de la capacidad de leer por la que se confunden o se altera el orden de letras, sílabas o palabras, y afecta a entre el 10% y el 15% de la población mundial. Es, además, consecuencia de diferencias individuales en las áreas del cerebro que procesan el lenguaje y suele ser hereditaria. No tiene cura, pero sí que puede tratarse para minimizar su impacto y permitir que los pacientes tengan una vida plena y normal, sobre todo si se detecta en edades tempranas.
En el otro lado de la balanza están los requerimientos para conducir un vehículo en nuestro país. Hay aprendizaje del código de circulación, por lo que las personas con dislexia ya parten con un pequeño hándicap, y además hay que pasar un test psicotécnico que determina si tenemos las facultades necesarias que requiere manejar un automóvil.
Pero eso no es todo, ya que también hay que superar una prueba de conducción práctica, y aquí es donde más dudas surgen respecto a la dislexia y los problemas de que este trastorno puede causar en la capacidad de conducir de los sujetos. ¿Es algo que debería tenerse en cuenta? Sobre todo sabiendo que la DGT no considera la dislexia como limitación o restricción, y ni siquiera se anota en el apartado destinado a las observaciones de nuestro carnet de conducir.
La dislexia afecta principalmente al proceso de aprendizaje, pero una vez superados esos problemas de interpretación de los textos del manual, los sujetos deberían ser aptos para conducir un vehículo. Según la Federación Española de Dislexia, “no supone ningún peligro al conducir, sino que, sobre todo, resulta un problema a la hora de acceder al carnet”.
Esto es porque una vez que el sujeto interpreta los textos del manual de conducción, debe someterse a una prueba tipo test, que supone problemas extra para los pacientes que sufren de este trastorno. Tanto es así que distintas asociaciones de dislexia han solicitado que para los alumnos que sufren este trastorno haya más tiempo, o un apoyo extra para determinadas preguntas. De hecho desde febrero de 2022 se presentó una guía para examinadores que daba este tipo de pautas en el caso de que se presente al examen teórico un sujeto con dislexia diagnosticada.
Más allá de esta situación, los pacientes tratados no deberían presentar problemas extra, ni en durante las prácticas, ni en el examen práctico o en su conducción diaria. Por otra parte, una persona mal tratada o no diagnosticada sí que podría suponer cierto riesgo, como ilustra un estudio en el que se demuestra que los tiempos de respuesta son más prolongados en el caso de los conductores con dislexia.
En dicho estudio los pacientes sin dislexia tardaron una media de 0.06 segundos en responder a las señales de tráfico mostradas, mientras que los que sufrían este trastorno tardaron un 22% más (0.13 segundos) en reaccionar para los caminos rurales, y un 32% más (0.19 segundos) en entornos urbanos. De esta forma se demostró que existía una relación entre el estrés visual y la dislexia. Un detalle que podría resultar significativo.
Como vemos la clave para llevar una vida lo más normal posible, y conducir sin problemas, teniendo dislexia, es el diagnóstico temprano y su tratamiento posterior. Al no afectar este trastorno a las habilidades motoras, si somos capaces de enseñar a nuestro cerebro a discernir mejor, y más rápido, cómo reaccionar durante la conducción y en situaciones similares ya tendremos una buena parte del camino hacia la seguridad vial bien andado.