No cabe duda de que las mujeres y los hombres engordan de un modo diferente si atendemos a las zonas del cuerpo donde se suelen localizar los excesos de grasa. Para saber a qué se debe se ha llevado a cabo una concienzuda investigación en el Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS) de la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia), que ha estado liderado por los investigadores Olga Barca y Miguel López y que ha sido publicado en Cell Reports.
Esta investigación se realizó en ratones hembras y machos, con el objetivo de determinar si en los propios genes es donde se encuentra la razón de las diferencias a la hora de engordar.
En primer lugar, la investigación determinó que los ritmos circadianos pueden afectar a que se den esas diferencias, más si cabe porque las mujeres tienen ritmos circadianos más estables que los hombres. De hecho, eso les ayuda a no engordar.
Asimismo, durante el estudio de este caso, los investigadores eliminaron el gen BMAL1, que es clave para la generación de esos ritmos circadianos. Y fue entonces cuando las hembras de los ratones comenzaron a engordar como los machos, acumulando grasa en la zona abdominal, un rasgo mucho más habitual en los machos.
Tal y como apunta Olga Barca: “Los machos son obesos y las hembras son más delgadas, pero cuando les aplicamos a los animales dietas altas en grasa, las hembras adquieren un genotipo obeso como los machos, lo que implica que acumulen grasa abdominal”. Y a ello añade: “Descubrimos que las hembras sometidas a una alimentación insana, tendrían un mayor riesgo de enfermedades metabólicas, mucho más que los machos con esa misma dieta”.
Esta investigación ha ayudado a encontrar un posible motivo que explique por qué los hombres y las mujeres engordan de una manera diferente.
Mientras que los hombres tienden a acumular más grasa visceral alrededor de la cintura, en las mujeres se localizan depósitos de grasa sobrante de tipo subcutáneo en caderas, muslos y glúteos. En este sentido, hay que apuntar que la de tipo visceral es más peligrosa en cuanto al desarrollo de enfermedades cardiovasculares y de diabetes. Eso sí, no siempre la grasa que se acumula en el abdomen masculino tiene por qué ser visceral y, por lo tanto, más peligrosa para su salud.
Así pues, si se eliminara el gen antes citado y se ese modo se afectara al ritmo circadiano femenino, es probable que las mujeres comenzaran a acumular grasa en las mismas zonas que los hombres, con la salvedad de que tendrían más probabilidades de desarrollar enfermedades metabólicas.