Un ejemplar macho de oso pardo ha vivido momentos de gran angustia en la provincia de León. El animal metió el hocico en un bidón de plástico repleto de maíz y el recipiente se le quedó encajado en la cabeza. Así ha pasado varios días, sin ver y con problemas para respirar. Un vecino dio la voz de alarma y se activó un plan de emergencias para salvarle la vida. Todo un éxito.
Entre tanta vegetación era difícil de localizar, pero finalmente los agentes dieron con él. Le dispararon un calmante y 12 minutos después, el oso, de casi 100 kilos, entró en un profundo sueño. Se debía actuar rápido, porque realmente los veterinarios no sabían en qué estado se encontraba. Llevaba días sin comer ni beber y entrándole poco oxígeno en los pulmones.
Con mucho cuidado consiguieron cortar el plástico y despejar la cabeza. Comprobaron minuciosamente su estado de salud, lo hidrataron y le colocaron un collar para geolocalizarlo posterirmente y tenerlo controlado. Él respiraba plácidamente, pero por seguridad lo tuvieron sujeto con una cadena.
Los veterinarios tomaron muestras, activaron el geolocalizador y se marcharon a esperar a que la anestesia dejara de hacer efecto. Minutos después, el macho de oso pardo se despertó ya liberado. El plan de emergencias le salvó la vida.