En la antigua Grecia, concretamente en el siglo V a.C. vivió el poeta Sófocles, una de las mentes más preclaras de la época que ya entonces dijo que “el sueño es la única medicina efectiva”. En aquellos momentos no tenía a mano todos los estudios médicos que se han realizado en el último siglo sobre el efecto reparador del sueño, pero su intuición ya dejaba claro que sin una buena calidad del sueño, nuestra salud se resiente.
Así lo reafirma el Instituto del Sueño, cuando apunta lo siguiente: “El papel del sueño en el mantenimiento y funcionamiento del sistema inmunológico no se comprende completamente. Los estudios demuestran que la falta de sueño puede tener un impacto significativo en la función inmunológica”.
Sobre este tema entra en mayor detalle el doctor Eric J. Olson, de Mayo Clinic: “La falta de sueño puede reducir la producción de estas citocinas protectoras. Además, los anticuerpos y las células que combaten infecciones disminuyen durante los periodos en los que no duermes lo suficiente”.
Así pues, el cuerpo debe dormir para lograr las defensas que le permita combatir cualquier tipo de enfermedad infecciosa. Y eso no es todo, pues la escasez de sueño puede convertirse en la causa de la obesidad, la diabetes y de diversas enfermedades relacionadas con el sistema circulatorio.
“Se ha demostrado que las noches de insomnio después de la vacunación contra la hepatitis A reducen la producción de anticuerpos, pero el entorno antiinflamatorio durante el sueño es un adyuvante. La activación inmunológica, la síntesis de proteínas, la proliferación celular, el suministro de energía y los cambios hormonales que ocurren durante el sueño ayudan a mantener el sistema inmunológico en buena forma”, añaden desde el Instituto del Sueño.
Las personas adultas deben dormir entre siete y nueve horas diarias. Esta cantidad aumenta durante el desarrollo (niñez y adolescencia) y disminuye en la vejez. Asimismo, hay que señalar que no todas las personas necesitan la misma cantidad de sueño, pues cada organismo es diferente. Eso sí, todas deben descansar y tener un sueño lo más reparador posible para que el cuerpo se recupere y se refuerce. “Los estudios verifican que una persona que duerme mal aumenta su riesgo de padecer enfermedades como presión arterial alta, enfermedad del corazón, enfermedad del riñón, obesidad y diabetes tipo 2”, recalca el doctor Olson.
Es más, dormir menos de cinco horas cada noche provoca daños neurocognitivos e incluso problemas metabólicos. Así pues, en el Instituto del Sueño lo tienen muy claro: “El sueño es fundamental para el normal funcionamiento del sistema inmunológico de nuestro organismo”.
Si tenemos en cuenta que la Organización Mundial de la Salud estima que el 40 % de las personas duermen mal, encontrar el modo de revertir esta situación es clave. Y para ello hay que poner el foco en algunas recomendaciones: