La muerte de María Teresa Campos a los 82 años ha demostrado que hay amores eterno, como el que han demostrado sus seguidores. El público de la presentadora, esos millones de fans que le fueron fieles siempre y nunca la retiraron. Hoy le agradecen cómo convirtió la información en un asunto para todas las audiencias.
María Teresa Campos lo hizo todo como si fuera fácil y por eso de todas esas personas a las que habló durante años la han querido de forma incondicional arropándola hasta el final; ella los acompañó desde la pantalla, donde se citaba con sus fans en cada nuevo programa.
Hoy muchos de ellos han querido compartir esos recuerdos que tienen de la destacada comunicadora y de aquellos programas que todos vimos en algún momento, porque su imagen permanece en el recuerdo de varias generaciones.
Reinventó los magazines de la mañana y les "dió la vuelta", dice uno de estas personas que reconocen que fue pionera de un formato que recién comenzaba en las televisiones españolas. "Una profesional como la copa de un pino", ha sellado una de esas fans.
Ella trató las noticias de tú a tú para que llegaran a todos y su público se lo agradeció con creces, pero sobre todo, reconoció su mérito. En esa franja eran en su mayoría amas de casas, pero ella, que era la reina de las mañanas, tiró de talento para informar y comunicarse hablando de todos los temas con profesionalidad y sin complejos. "Todas aprendimos mucho con ella", le reconocen algunas de esas mujeres que encendieron durante años el televisor para verla.
María Teresa Campos era una todoterreno: periodista, gran intrevistadora..pero hacía en plató lo que quería y si había que reír era buena, que bailar, pues bailaba, pero también aguada entrevistadora y comentarista de actualidad.
No le tenía miedo a ningún proyecto que se planteara y rompió todas las barreras en un mundo difícil para las mujeres usando su visibilidad para colaborar en el empoderamiento femenino y defender la causa de las mujeres.
Como recordaron sus hijas a su madre tras su fallecimiento: "El único que te puede despedir es el público, decía María Teresa Campos. Y ese nunca la despidió.