Los electrodomésticos son esenciales en el día a día de muchos hogares. Y no es de extrañar, ya que ofrecen unas prestaciones que facilitan la vida a las personas. Por esta razón, cuando alguno sufre una avería se convierte en un quebradero de cabeza.
En este caso, los hay que se tienden a romper más que otros y de ello se ha hecho eco la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que ha recogido en un estudio cuáles son los productos que más quejas acumulan. Es más, han creado un Barómetro de Obsolescencia Prematura en el que los usuarios pueden dar a conocer sus casos con el objetivo de concienciar ante el problema de los aparatos que se rompen antes de tiempo.
En cuanto a los productos que más quejas acumulan, hay que señalar que hay tanto electrodomésticos tradicionales, como equipos electrónicos pertenecientes al sector de la informática.
Sobre los primeros, hay que apuntar que los electrodomésticos que más se rompen en casa son los siguientes:
En cuanto a los segundos, cabe señalar que los teléfonos móviles lideran esta clasificación acaparando más de una cuarta parte de las quejas.
Según el Barómetro de Obsolescencia Prematura de la OCU, “el 42 % de los problemas surgen en los primeros dos años, con el producto aún en garantía”, a lo que hay que sumar que un 11 % se producen en los seis primeros meses”. Asimismo, “un 24 % de los fallos reportados se producen entre los dos y tres años, justo al terminar el periodo de garantía”.
Este barómetro también señala que aproximadamente el 40 % de los productos que se estropean no se reparan debido especialmente al elevado precio de las reparaciones.
No son pocos los usuarios que suelen comentar que antes los electrodomésticos duraban más tiempo. Esto se debe a la práctica conocida como obsolescencia programada, explicada del siguiente modo por el portal web de la Comunidad de Madrid: “La obsolescencia programada es la programación del fin de la vida útil de un producto, de tal forma que, después de un periodo de tiempo calculado por el fabricante, éste se vuelva obsoleto. Esta circunstancia obliga al consumidor a adquirir un producto de nueva fabricación, ya que la reparación de los productos afectados por estas prácticas resulta, como norma general, muchísimo más costosa que la adquisición de uno nuevo. La limitación de la vida útil de las bombillas, de las baterías de material electrónico o de los cartuchos de impresoras supusieron el origen de estas prácticas, que se han extendido a todo tipo de productos tecnológicos y electrodomésticos”.
Así pues, no resulta extraño que los electrodomésticos y aparatos electrónicos tiendan a romperse pasados solo unos años de su uso, obligando a muchos consumidores a comprar uno nuevo. En Europa y en España se está trabajando para promulgar leyes que aumenten los periodos de garantía y los consumidores tengan el derecho a reparar.