En la era de hiperconexión digital, los famosos filtros de redes sociales conllevan un riesgo que no habíamos contemplado, la disformia corporal, una distorsión de la identidad. Un trastorno del usuario o paciente que no reconoce su aspecto, el real, ante el espejo.
Los hay por cientos, los filtros de las redes sociales no son unas simple orejitas de conejo, unas pecas, una cara simpática o un cambio de piel. Los filtros son un milagro digital, una distorsión tan extrema de la realidad que cuando desparece el filtro la realidad golpea.
Los expertos hablan de varios factores, falta de autoestima, ya no se reconocen y también fobia social. Este nuevo síntoma no es solo cosa de los más jóvenes.
Las caras creadas por inteligencia artificial que nos roban la naturalidad están creando estilo y muchos buscan en la cirugía eso que han visto en su móvil, una imagen diferente a la suya.