Daniel Sancho pasa sus primeras horas en la prisión de la isla de Koh Samui donde ha ingresado este lunes por orden del juez que investiga su implicación en la muerte y descuartizamiento del cirujano colombiano Edwin Arrieta. El chef español abandonará este presidio de mala reputación y peores condiciones humanas para ser trasladado a otro a la espera de la celebración del juicio. Se trata de Bang Kwang Central Prison, más conocida como 'la cárcel de la muerte'.
Poco a poco va conociéndose cómo es la cárcel en la que Daniel Sancho ha ingresado este lunes en la isla de Koh Samui. Las informaciones hablan de celdas abarrotadas en los que los reclusos solo disponen de tres mantas, una para protegerse del frío suelo de cemento, otra para taparse y la tercera para usarla de almohada.
Las primeras horas de la mañana son mortales por la falta de servicios suficientes para una población reclusa que dobla o triplica la capacidad del centro, con colas para mear o hacer otras necesidaes. Las peleas por la ducha son también habituales y la higiene se limita a unos abrevaderos en los que los presos han de organzarse para asearse.
La comida es aún peor. El rancho se limita a un arroz asqueroso y una sopa de hueso incomestible. Tienes suerte si en la cena recibes algo de carne de pollo, explica el diario Semana.
Pero con todo, esta cárcel es un lugar afortunado para un prisionero como Daniel Sancho. Su siguiente destino, cuando el juicio por el asesinato del cirujano Edwin Arrieta esté próximo a su celebración será la Bang Kwang Central Prison.
Es el destino a la que las autoridades tailandesas trasladan a los reclusos extranjeros condenados por delitos graves. Su nombre infunde pavor entre la población reclusa ya que es conocida como 'la prisión de la muerte' con una disciplina más dura y férrea que Koh Samui.
Aquí, el hacinamiento, la falta de higiene, la escasa y mala comida es aún mayor que en otros presidios. Solo hay un rancho diario y en muchos casos los prisioneros suelen ir atados con grilletes, informa El Cierre Digital.
Otras fuentes afirman que la fijación con grilletes solo duran los tres primeros meses, pero en el caso de los prisioneros condenados a muerte, estos son permanentes y están soldados.