Este verano, marcado una vez más, por el calor extremo está teniendo consecuencias también en la temperatura del agua. El pasado mes de julio, del que hay registros, el Mediterráneo supero los 28ºC. Es la media más alta de los últimos cuarenta años. Esta anomalía tiene consecuencias: noches auténticamente tórridas, insufribles, la muerte de mucha flora y fauna marina y lluvias torrenciales.
El mar Mediterráneo está batiendo récords. Sus marcas más cálidas desde que hay registros. Anomalías térmicas que en algunos puntos superan los 5 grados. Este pasado mes de julio el Mediterráneo superó los 28ºC. La temperatura media más alta en cuatro décadas.
Y “se espera que en los próximos días, en relación con esta nueva oleada de aire sahariano que nos va a afectar la próxima semana de agosto esas temperaturas del agua del mar puedan subir por encima de los 28, o incluso rozar los 29ºC”, señala Jorge Olcina, director del Laboratorio Climatológico de la Universidad de Alicante.
Son olas de calor en el agua del mar, que ya tienen consecuencias perceptibles para la población. “Por un lado, aumenta el número de las noches tropicales, que se ha multiplicado por cuatro o por cinco desde los años 80 en muchas localidades del litoral mediterráneo español”, explica Olcina
Y de día, estrés térmico, peligroso para personas vulnerables. Un mar potencialmente inestable que crea combustible para posibles lluvias torrenciales y que aniquila especies autóctonas, “porque además de los efectos climáticos tiene también efectos biológicos sobre la flora y fauna que circula por el Mediterráneo y que manifiestan ya desde hace algunos años la presencia de, por ejemplo, especies invasoras”.
Antes excepcionales y hoy habituales. Son las olas de calor marinas.