¿Qué enfermedades se pueden detectar con un TAC?

Un TAC o Tomografía Axial Computerizada es “un procedimiento para el que se usa una computadora conectada a una máquina de rayos X a fin de crear una serie de imágenes detalladas del interior del cuerpo”, explica el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos. El objetivo es detectar enfermedades y diagnosticarlas para conseguir un tratamiento más eficaz. 

Aunque se trata de una prueba indolora y nada invasiva, hay pacientes que tienen cierto respeto al momento en que son sometidos a ella. Sin embargo, no tienen nada que temer, dado que lo único que se conseguirá será saber si existe alguna patología o enfermedad.

Usos del TAC

De hecho, es una prueba muy común en los pacientes oncológicos, “ya que permite conocer la estructura y localización exacta de estructuras tumorales”, explican en la clínica de diagnóstico Magnetosur, a lo que añaden: “Además, es habitual para la detección de lesiones neurológicas, así como, para patologías de colon e intestino y del sistema circulatorio”.

Asimismo, desde Clínica Universidad de Navarra apuntan que el TAC “analiza fundamentalmente tres áreas del cuerpo: los pulmones, el corazón y el abdomen-pelvis”. Por un lado el TAC pulmonar ayuda a la detección prematura de nódulos malignos, enfermedades bronquiales y enfisemas pulmonares, entre otras patologías. En cuanto al TAC del corazón, es capaz de cuantificar la cantidad de calcio que está depositada en las placas de las arterias coronarias, lo que permite prevenir cualquier riesgo cardiovascular. Finalmente, los TAC que se hacen en la zona del abdomen y de la pelvis sirven para la identificación de cálculos en el riñón y en la vesícula, así como de lesiones quísticas, adenopatías, masas abdominales, etc.

Tipos de TAC

Las apuntadas son solo algunas de las enfermedades y patologías que ayuda a diagnosticar el uso de la Tomografía Axial Computerizada. En este punto, cabe señalar que hay tres tipos de TAC, según expone EGP Neurocirugía: TAC contraste, sin contraste y en 3D.

El primero de ellos se emplea “para delimitar y diferenciar ciertas zonas de nuestro cuerpo que, de otra manera, no podrían verse de manera clara”, definen. Para ello, el paciente ingiere un líquido o se le aplica una inyección. 

En cuanto al segundo, no necesita ningún procedimiento de contraste “debido a que hay muchas zonas de nuestro cuerpo que se pueden ver con detalle sin necesidad de ningún tratamiento previo”. Finalmente, el TAC en 3D es el más novedoso de todos y aún mucho menos empleado. Como se puede suponer dada su denominación, ofrece una imagen en tres dimensiones, lo que es de gran utilidad “a la hora de estudiar un caso antes de una intervención quirúrgica”.

¿Cómo se hace un TAC?

En el momento de la realización de un TAC, el paciente no notará nada, al igual que ocurre con una radiografía o una resonancia magnética. Así lo explican en Quirón Salud: “El paciente se introduce en una máquina con forma de tubo y permanece en ella normalmente durante apenas unos segundos. No obstante, el tiempo total depende mucho del tipo de estudio”. Y ponen el siguiente ejemplo: “Si se realiza un estudio urológico, la última fase se deberá adquirir 12-15 minutos tras la inyección del contraste intravenoso. Por tanto, aunque la adquisición de la imagen dure apenas unos segundos, el paciente deberá permanecer en la camilla durante este tiempo”.