La hinchazón abdominal o los gases pueden tratarse de un trastorno de la microbiota intestinal, cuyo síntoma principal es el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO, por sus siglas en inglés), según han advertido expertos del Instituto Valenciano Digestivo (IVADI) en La Salud. Por otra parte, el síndrome del intestino irritable es una de las causas de mayor absentismo laboral.
Dependiendo del gas que producen esos microbios, los profesionales han descrito cuatro tipos de SIBO: hidrógeno, metano, sulfuro de hidrógeno y fúngico. "Las pruebas diagnósticas para su detección solo permiten identificar dos de ellos y no son determinantes por sí solas, por lo que es muy importante valorar los síntomas que provocan", ha destacado la doctora Lucía Redondo, dietista-nutricionista especialista en SIBO.
Inicialmente, este trastorno se definió como un excesivo número de bacterias en el intestino delgado que causan síntomas gastrointestinales. "Sin embargo, ahora sabemos que no es simplemente un sobre crecimiento de bacterias, sino una alteración del tipo de microbios que viven en el intestino delgado, que se llama disbiosis", ha explicado Redondo.
Los signos de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, informa la Clínica Mayo, a menudo incluyen pérdida de apetito, dolor abdominal, náuseas, hinchazón, sensación incómoda de saciedad después de comer, diarrea, pérdida de peso involuntaria o malnutrición.
El aumento excesivo de bacterias en el intestino delgado puede darse por complicaciones en una cirugía abdominal, ciertas afecciones médicas (como la enfermedad de Crohn, la enteritis por radiación, la esclerodermia o la diabetes) o problemas estructurales dentro y alrededor del intestino delgado.
Cabe destacar que, en caso de diarrea persistente, una pérdida de peso rápida y de forma no voluntaria o un dolor abdominal grave que dure más allá de unos pocos días, se debe consultar inmediatamente con el médico.
Para detectar el SIBO, el doctor llevará a cabo la prueba de aliento, el aspirado del intestino delgado y el cultivo de líquidos. En algunos casos, el especialista puede recomendar pruebas de imagen, como radiografías, tomografías computarizadas o resonancias magnéticas, para buscar anomalías estructurales del intestino.
En la mayoría de los pacientes, subraya la Clínica Mayo, la manera inicial de tratar la enfermedad que nos ocupa es a base de antibióticos. Un tratamiento corto con dichos fármacos disminuye a menudo el número de bacterias anormales. No obstante, las bacterias pueden reaparecer, por lo que algunas personas requieren de un consumo de antibióticos durante un largo periodo.
La corrección de las deficiencias nutricionales es una parte crucial del tratamiento del SIBO, especialmente en quienes padecen una pérdida de peso severa. Por ello, los profesionales sanitarios también pueden aconsejar un consumo de suplementos nutricionales o llevar a cabo una dieta sin lactosa.