Cada día 300 millones de mujeres menstrúan en el mundo. Pero alrededor de este proceso biológico tan presente y trascendental que permite dar vida, sigue habiendo desinformación, estigmatización y tabús. Y no solo en los países en desarrollo. Un estudio reciente realizado por investigadores del CSIC y de la Universitat Politècnica de València (UPV) ha analizado cómo se recibe la educación menstrual en España, llegando a la conclusión de que todavía es muy deficiente.
“La menstruación sigue siendo tratada como un tema incómodo que hay que ocultar y aquello que se oculta, no se investiga, no se legisla y no recibe la atención necesaria. Y eso es grave, porque la salud menstrual de las mujeres precisa de esa atención, es un asunto de salud pública”, denuncia Sara Sánchez, investigadora del Instituto Ingenio y una de las autoras principales del estudio.
Para llevar a cabo este trabajo se ha consultado a través de un cuestionario online anónimo a más de 4.000 personas de entre 13 y 80 años. Los temas abordados, múltiples: "Se les ha preguntado, por ejemplo, qué información tenían en el momento en que les bajó la primera regla, cómo se sintieron, la comodidad o incomodidad al hablar del tema, qué emociones experimentaron, de dónde obtuvieron la información, qué les enseñaron de esto en la escuela, qué productos de higiene menstrual utilizan y en qué basan sus decisiones al elegir uno u otro, entre otras cuestiones", detalla Sánchez.
Además, se dejaron espacios para que los entrevistados pudieran comentar los temas que les preocupaban más o las dudas que tenían. "Eso nos ha dado muchísima información sobre qué es lo que echa en falta la mayoría, cuáles son los principales conflictos relacionados con este tema", añade.
No existían hasta este estudio datos sobre la educación menstrual en España y algunos de los resultados que arroja son muy reveladores. Sobre todo porque reflejan que en las últimas décadas no se ha avanzado tanto como creemos.
La mayoría de las participantes confesaron que las cuatro emociones más comunes que sintieron tras su primera menstruación fueron vergüenza (23 %) preocupación (20 %), miedo (16 %), y estrés (15 %). "Emociones, además, que son comunes en todas las generaciones, independientemente de si habían nacido en los años 50 o en la primera década del 2000", resalta la investigadora. "Es decir, que a pesar de todos los cambios sociales y los avances vividos en estos años en nuestro país, este tema se ha quedado relegado, estancado", alerta.
"También son muchísimos los testimonios recogidos en los que las mujeres cuentan cómo la menstruación ha sido causa de burla o de comentarios despectivos en sus vidas", destaca. "Todavía se relaciona con algo sucio o que da asco y por eso se oculta, porque a nadie le gusta ser objeto de burla. Al final, una circunstancia que debía estar absolutamente normalizada se vive como una vulnerabilidad", dice Sánchez.
El trabajo desvela también que un 35,7 % de las mujeres encuestadas no sabía muy bien qué era la regla cuando les bajó por primera vez y un 56,1 % no tenía suficiente información sobré cómo manejar ese primer sangrado. "Observamos que cuanta más información tenían las mujeres al respecto más se reducía la posibilidad de que experimentaran las emociones negativas que lamentablemente suele suscitar la menstruación".
Son datos sorprendentes, al menos en generaciones de mujeres jóvenes que tienen más acceso a la información. "El problema es que sigue sin haber fuentes fidedignas a las que recurrir. Es cierto que Internet ha mejorado muchísimo el acceso a la información, pero también ha abierto la puerta a muchísima más desinformación. E influye en las jóvenes la manera de informase a través de redes sociales. En muchos casos lo que les llega es de fuentes que son cuestionables, que no son expertas, pero que cuentan con la confianza de la gente que las sigue o que las ve. Esto es un arma de doble filo", explica la investigadora.
"En el caso de las mujeres adultas sorprende también del estudio que sigamos sin saber tantísimas cosas respecto a algo que vivimos cada mes. Hay, por ejemplo, un gran desconocimiento acerca de los dolores menstruales, de lo que es normal y no, de los síntomas de la endometriosis, de cuándo debo preocuparme y acudir al médico", lamenta. "Y lo peor es que cuando se acude, en muchas ocasiones, no se trata o se diagnostica mal... se sigue recetando la píldora o analgésicos como solución universal. Hemos recibido cientos de respuestas en este sentido. Son preocupaciones muy extendidas", reconoce.
Por primera vez en España, desde el pasado 1 de junio, las mujeres con menstruación incapacitante tienen derecho a una baja laboral temporal. Y en septiembre de 2022 se acordó bajar del 10% al 4% el IVA de los productos de higiene menstrual, considerándolos finalmente bienes esenciales por ley. "Son avances importantes, pero quedan muchos por delante, el fundamental abordar la educación menstrual en las escuelas, reclama.
En España no existe a día de hoy una parte del currículo educativo dedicado específicamente a la salud menstrual. "Es cierto que esta se menciona por su papel en la reproducción, pero no se va más allá. Por lo tanto, queda a discreción de cada centro o incluso de cada docente cómo abordar el tema", explica la investigadora.
“Desafortunadamente, solo un 5 % de las personas encuestadas recuerda haber recibido esta información en la escuela”, asevera Sánchez. "Lo ideal sería dar una educación menstrual más allá de la biología reproductiva, que incluya cómo manejar físicamente los períodos de regla, que eso se integrara en los planes de estudios escolares, a nivel nacional, porque si no tiene un espacio en las escuelas nos estamos arriesgando a que no tenga acceso a dicha información todo el mundo", advierte. "Y eso sería discriminatorio y no podemos permitir que la regla, que la menstruación, sea una causa más de discriminación y que disminuya la calidad de vida de nadie", recalca.
"En España, por suerte, tenemos los medios, la información y la capacidad de transmitir una educación menstrual a toda la sociedad y si no lo estamos haciendo es por falta de voluntad", denuncia. "Si este verano hay una sola niña que no se baña por miedo a que se le corte la regla o a que le pase algo. Si esto ocurre, estamos fallando como sociedad", arguye. "Y desgraciadamente es fácil que suceda, porque aún hay mitos falsos que perduran, como que con la menstruación se te corta la mayonesa o no te suben los pasteles, o que no es bueno lavarse el pelo o que es imposible quedarse embarazada si tienes la regla. Son mitos todavía extendidos y aunque ya la mayoría no se los cree aún precisan de una voz oficial para ser desmentidos, y esa voz debe estar en la escuela, insisto", reivindica Sánchez.
"Yo creo que esto no debería tratarse solo de una charla que se le da a los alumnos. Habría que adaptar el contenido a diferentes edades. La información más básica debería darse antes de que las niñas más precoces tengan la primera menstruación. Hay que explicarles qué es, con un enfoque biológico, por qué ocurre y las implicaciones que tiene, pero luego cómo manejarla. Informarles de las opciones, los métodos o los productos que pueden utilizar, las ventajas de cada uno, para que sean ellas las que decidan cómo manejar su sangrando. Esto va más allá de aprender que puedes ponerte una compresa o un tampax. Esto también va de salud mental, de acabar con el estigma normalizando e informando de un proceso biológico que nos va a acompañar toda la vida y que no podemos llevar con vergüenza, angustia o pudor, porque eso se traduce en una carga mental con la que no deberíamos estar lidiando".
En el estudio también se ha preguntado a la población masculina. "Los chicos tienen que saber que está ocurriendo porque son parte de esta sociedad y viven con nosotras y tienen que estar informados igualmente. No se trata de sacar a los chicos del aula cuando se trata este tema, como sucede en muchos casos. Eso es un error enorme", asegura.
El estudio ha revelado también en ellos enormes carencias. "Se han hecho preguntas diferentes a las personas que no menstrúan, claro, pero se les ha preguntado sobre la percepción que tienen, experiencias, etc. Y hay muchos que nos han escrito y nos han pedido información, han reconocido que hay muchísimas cosas que desconocen, que nadie les ha contado nunca. Y se sienten impotentes porque querrían ayudar en determinados momentos a sus mujeres, madres, hijas o amigas y no pueden por desconocimiento", detalla. "No podemos dejar a la mitad de la población a oscuras sin saber que está ocurriendo, porque además luego ellos forman parte de decisiones vitales que tienen que ver con esto", defiende la investigadora.
Es un tema del que se ha hablado mucho en 2022. El esfuerzo de estudiantes, profesoras y activistas para acabar con la desinformación y los prejuicios que rodean a la menstruación y lograr que la higiene femenina no sea un lujo en países subdesarrollados. "Allí la menstruación es un problema porque las niñas no pueden ir al colegio ni participar en actividades escolares o sociales cuando tienen la regla porque no hay baños, o no hay agua, o no tienen dinero para comprar compresas, o están limitadas por tabúes", recalca Sánchez.
"Pero la menstruación no solo es un problema en estos países, también en los desarrollados, a otra escala. Hay estudios en Reino Unido, en EE.UU, en Australia, que está redactando ahora mismo su legislación al respecto, donde se está trabajando en cómo implementar la educación menstrual. Hay quien aboga porque sea personal especialista el que de esta información a las nuevas generaciones. Por ejemplo, en países en los que hay enfermería dentro de los centros educativos, que sean ellos los que se encarguen. En otros lugares están explorando la posibilidad de formar a los docentes. En otros, donde ya se han empezado a aplicar, se están viendo los pros y los contras de cada uno de los métodos. Aquí habrá que probar, pero tendremos que movernos hacia adelante hasta encontrar el método que más nos sirva para hacer una correcta educación menstrual. Desde luego el que tenemos no funciona", conluye.