En sólo unos días, dos crisis en el mar han conmocionado a la opinión pública internacional. La dramática búsqueda de los desaparecidos en el sumergible Titan cuando realizaban una excursión a los restos del Titanic y la tragedia del barco pesquero Andriana en el que pueden haber muerto cerca de seiscientos inmigrantes cuando trataban de llegar a Europa.
La primera de ellas ocupa portadas de los diarios y abundante tiempo en las televisiones de todo el mundo. La segunda fue destacada durante unos días, pero ya casi se había olvidado para algunos, aunque la ONU reclama que se siga investigando.
El contraste entre las dos historias es evidente. La riqueza de unos frente a la pobreza de los otros. La atención y medios técnicos y humanos dedicados a cada caso. La información puntual sobre la búsqueda en el Atlántico Norte y las dudas todavía sin resolver sobre lo sucedido en el mar Jónico.
Repasamos los hechos conocidos de cada una de estas historias hasta el momento.
En el caso del Andriana, no está claro cuantas personas iban a bordo, pero se calcula que eran 750 inmigrantes, la mitad de ellos de origen pakistaní, un país que sufre una gran crisis económica que afecta hasta a los alimentos básicos. De lo que no hay duda es de que el barco llevaba muchas más personas de las que tenía capacidad.
Dentro del Titan hay dos pakistaníes, miembros de una de las familias más ricas de este país: el empresario Shahzada Dawood (48 años), afincado en Londres y amigo del rey de Inglaterra, y su hijo Suleman (19). Junto a ellos, el CEO de la compañía, Stockton Rush; el millonario británico Hamish Harding y el explorador submarino francés Paul-Henri Nargeolet. En total, cinco personas, el número para el que está diseñada la embarcación.
Al margen del estatus económico de cada uno, la otra diferencia es que los afectados en la crisis del Titanic tienen nombre a efectos mediáticos.
Los desaparecidos en el Atlántico Norte realizaban una excursión de recreo a los restos del mítico Titanic, hundido en 1912. Los inmigrantes del Mar Jónico tenían motivos diferentes para su viaje asociados a los problemas económicos y políticos de sus países de origen: Pakistán, Siria, Afganistán, Egipto y los territorios palestinos.
El Titan es un pequeño sumergible no homologado, un diseño único capaz de llevar a cinco personas a uno de los puntos más inhóspitos del planeta, en el abismo del océano, donde el agua ejerce presiones descomunales, donde no llega la luz y las temperaturas son gélidas.
El Andriana también es una embarcación singular, pero por lo precario de su estado. Atravesaba aguas superficiales, conocidas, surcadas a diario por otros muchos barcos. Para su viaje no era necesario ningún diseño especial, pero al menos hacía falta un motor y combustible para hacer mil kilómetros.
En el caso del Titanic, el billete para el viaje era de 250.000 dólares. En el de Grecia, no ha trascendido, aunque en otros casos se ha sabido que estos buques se llenan con personas que pagan desde cientos de euros hasta bastante más de mil. Según lo que pagan, viajan en condiciones si cabe más precarias.
El Andriana partió el 10 de junio de Tobruk, Libia, un país convertido en base de operaciones de la inmigración irregular dada la situación de inestabilidad en la que está sumido desde la guerra apoyada por la OTAN que terminó con la dictadura de Muamar el Gadafi. El destino del barco era Italia.
La expedición del Titanic partió el 16 de junio de de San Juan de Terranova, una pujante ciudad de Canadá con una renta per cápita que ronda los 45.000 euros.
El Titan inició el descenso al fondo marino a las 14:00 (hora peninsular española, que es la referencia que seguiremos usando en adelante) del domingo 18 de junio. Una hora y 45 minutos después se perdió su rastro. A las 21:00, la hora a la que debería haber emergido a la superficie, no apareció. A las 23.40, la Guardia Costera de Canadá recibió la alerta.
El primer aviso de la situación de peligro del Andriana llegó a los guardacostas griegos y al sistema europeo Frontex el 13 de junio a las 10:00. Las autoridades griegas aseguran que ofrecieron ayuda y fue rechazada.
A partir de este punto, en la medianoche del 14 de junio, catorce horas después de la primera alerta, la versión de las autoridades griegas es puesta en duda por algunos supervivientes y por investigaciones periodísticas.
Aquí es donde estas historias presentan más similitudes. No se sabe, pero la profundidad a la que se pueden encontrar es similares.
El Titan puede estar a unos 4.000 metros de profundidad, cerca del pecio de Titanic. En la zona donde se hundió el Andriana, frente a la costa de Pilos, en la península del Peloponeso, la profundidad del mar se sitúa entre los 4.000 y los 5.000 metros.
La búsqueda del Titan comenzó el lunes con el despliegue de barcos, aviones y drones canadienses y de Estados Unidos. Es una operación que sigue en curso tres días después y a la que se han incorporado medios franceses y de algunas empresas. Todavía en la noche del miércoles había esperanza, alimentada por los registros de ruidos en el océano, de que los pasajeros del batiscafo sigan con vida.
En el caso de Grecia, el esfuerzo duró un día y no hubo un despliegue tecnológico comparable. Se salvó el mismo día del naufragio a 104 personas. Se recuperaron 82 cuerpos. Un yate de lujo, el Mayan Queen, ayudó a llevar a decenas de náufragos a tierra. Al día siguiente, Grecia aseguró que no había esperanza de rescatar a más supervivientes y se suspendió la búsqueda.
Según la ONU, que reclama una investigación, puede haber en el mar todavía 500 desaparecidos. Quedan muchas incógnitas.
El día 16 de junio comenzaron los arrestos por la tragedia de Grecia, nueve en el país heleno y diez en Pakistán. Grecia ha aplicado un cerrojo informativo. Los supervivientes están custodiados y se dificulta el acceso a ellos a los periodistas.
En el caso del Titan, se ha conocido que la empresa propietaria había sido advertida en varias ocasiones de la temeridad de sus expediciones turísticas al Titanic. El CEO de la compañía es uno de los desaparecidos bajo el mar.
Habría que añadir una última comparación. Cada historia humana es singular, pero la del Titan, una travesía exclusiva y minoritaria, es además la secuela de un mito centenario llevado varias veces al cine y tiene elementos insólitos. La del Andriana, por desgracia, no. Se repite, con números de fallecidos e historias distintas, todas las semanas. Este mismo miércoles, a 150 kilómetros de Canarias, se conocía el laufragio de una embarcación hinchable con cerca de 60 personas a bordo. Según Helena Maleno, de Caminando Fronteras, estuvieron doce horas pidiendo auxilio. La mitad están desaparecidas. Entre los muertos recuperados, una niña pequeña, de entre cinco y ocho años. El día anterior la noticia en Lanzarote era la muerte de una embarazada en otra embarcación precaria.
En la historia del Titan se mantiene, todavía a esta hora, la esperanza (y el suspense), aferrada a unos ruidos imposibles de interpretar. En la del barco griego, las esperanzas naufragaron mucho antes.