La Catedral de Santiago de Compostela ha recuperado su tradicional abrazo al Apóstol después de haberlo suspendido temporalmente por la pandemia en marzo de 2020 -cuyo fin ha declarado oficialmente EEUU el pasado mes de mayo-, pero no se le podrá besar. Es una de las secuelas que se mantienen aún del covid, que pese a todo sigue contagiando.
La Catedral ha querido recuperar el rito del abrazo, sí, pero evitando dos cosas: besarlo al considerarlo un contacto “no higiénico” y las aglomeraciones. No en vano, la tradición concentra en el lugar a más de 1.500 peregrinos. Según la estimaciones realizadas por la Fundación de la Catedral, visitan el camarín del Apóstol entre unas 300.000 y 500.000 personas al año.
"La Catedral se puede restaurar, hay muchísimo que hacer. Pero no podemos ampliarla. Es la que es y si hay muchísimas visitas habrá gente que no pueda entrar", ha asegurado Lorenzo, que descarta la idea de cobrar una entrada y que no le importa que se tengan que realizar "más esfuerzos". Pese a ello, se han puesto en marcha distintos recorridos para evitar aglomeraciones.
El horario para poder visitar al Santo, eso sí, será ininterrumpido, -desde las ocho y media de la mañana hasta las nueve de la noche-, pero con una excepción: los visitantes no podrán hacer el rito diez minutos antes de que comience la celebración litúrgica y durante su duración.
El rito del Santo consiste en abrazar por detrás y colocar las manos sobre el hombro del apóstol. Es la costumbre que todos los religiosos y visitantes hacen una vez que visitan el lugar. El rescate de esta tradición ha sido recibido con mucha alegría. "Es un día importante porque la gente quiere recuperar las tradiciones. Es una satisfacción poder ofrecerle a la gente la posibilidad de darle el abrazo al Apóstol", ha asegurado José Fernández Lago, el deán de la Catedral. Esta es la única tradición que continúa hoy en día, después de que se prohibiese para evitar daños en el patrimonio, darse cabezazos contra la figura o poner las manos sobre el parteluz del Pórtico de la Gloria.
El abrazo al Apóstol tiene su origen en el siglo XIII y es uno de los más importantes y famosos que existen desde que se realizó el remate de las obras de la catedral y se colocó la figura del Santo por parte del Mestre Mateo. Ahora el primero que ha podido cumplir con el rito ha sido el párroco Bernard Schmidt de Stuttgart (Alemania). El sacerdote se encuentra en Santiago para realizar un proyecto pastoral con la misión de recibir a aquellos que sean alemanes o hablen alemán, ofrecerles confesiones y dar liturgias. Schmidt ha confesado a EFE que poder abrazar al Apóstol le ha hecho “inmensamente feliz” porque es “una experiencia preciosa que recordará siempre”. La primera peregrina en hacerlo ha sido Paula, una mujer portuguesa que quería agradecerle al Santo la curación del cáncer que padecía.