Berta es una joven de Mérida (Badajoz) que se quedó tetrapléjica hace seis años por un accidente durante una fiesta. Se tiró a la piscina y se golpeó la cabeza, lo que le causó una lesión medular. Sin embargo, la discapacidad física no modificó sus planes. Por otra parte, estos son los gestos que alertan de que el paciente oculta información a su especialista.
Estudió medicina, aprobó el MIR y obtuvo una plaza como médica de familia en Madrid, donde reside. Por si fuera poco el esfuerzo que ha realizado para conseguir su puesto, ahora tiene que seguir luchando para que no se lo quiten.
La pacense explica que firmó su contrato "con las dos manos sujetando el boli, en la silla de ruedas. Me vieron". Un día antes de empezar a ejercer, Salud Laboral la declaró no apta. "El primer error fue decir que no puedo hacer algo cuando ni siquiera me han examinado para llegar a esa conclusión", apunta.
Berta siente que la han incapacitado de manera injusta y, aunque le han ofrecido una alternativa en la especialidad de Medicina Preventiva y Salud Pública, desde el Ministerio de Sanidad tampoco le garantizan la incorporación.
"Me da mucha impotencia porque siento que estoy luchando por algo que ya he logrado, porque yo he ganado mi plaza", subraya. Berta tiene claro que la rendición no forma parte de su vocabulario y reivindica una oportunidad para demostrar hasta dónde puede llegar: "Que cuente más lo que haces que lo que no puedes hacer".