Elsa, a sus 9 años, necesita una médula para seguir haciendo gimnasia artística, jugando con sus amigos y su hermano en la Font d'en Carròs, en Valencia. A la niña, que hasta ahora tenía una infancia común y corriente, le han diagnosticado aplasia medular, una enfermedad grave. Su familia busca a contrarreloj un donante compatible y hace un llamamiento, para conseguir una médula para Elsa. "Necesito salvar a mi hija", me dice su madre al teléfono.
Los moratones de sus piernas no habían preocupado más allá de lo normal a Manoli, la madre de Elsa. Con dos hijos esta mujer sabe que lo normal es que tengan arañazos y moratones de todos los colores. El pasado 2 de abril, cuando la niña llegó a su cole, los profesores creyeron que igual algo le estaba pasando Elsa. Y sí, estaba enferma, aunque eso lo supo unos días después.
"Eran moratones que ella misma se hacía al darse cualquier golpe, jugando o uno que se hizo mientras hacía gimnasia artística y se dio un rodillazo", me cuenta la madre de la niña, que explica al detalle todo lo que le pasa a su hija, diagnosticada con aplasia medular, una enfermedad rara, pero más rara en niños.
Según la literatura médica, apenas se producen dos o tres casos por cada millón de habitantes y Elsa es uno de ellos. Lo primero son los moratones que se le forman con cualquier golpe y después aparecen los "puntitos rojos en diferentes partes del cuerpo, que empezaron a aparecer por las piernas."
Del colegio, Manoli salió con Elsa a un hospital de Denia, pero pensando que no era nada grave. "Mi hija siempre había tenido buena salud", me cuenta con la voz entrecortada. Los médicos al principio creyeron que la niña sufría de 'púrpura', una enfermedad vascular, aunque le hicieron varias pruebas para ir descartando y ninguna terminaba por convencerlos.
"Yo pensaba que le iban a dar un medicamento y regresábamos a casa", pero después de varias analíticas "el pediatra de Urgencias me dice que tenía las plaquetas muy bajas"; y empezaron a hacerme preguntas sobre antecedentes en la familia de Leucemia."
Cuando sonó esa palabra Manoli empezó a preocuparse en serio. "Nos hicieron pruebas de compatibilidad a mí, a su padre y a su hermano, pero no somos compatibles". Elsa, que aparentemente estaba estupenda, se quedó ingresada hasta que dos días después la trasladaron al hospital universitario de la Fe, en Valencia, donde "sí hablan casi inmediatamente de aplasia medular".
El resultado de una primera biopsia reveló posible leucemia, pero una semana después otra prueba destapó la aplasia medular, en la que la médula deja de producir glóbulos rojos y blancos, pero también plaquetas, como "si tuvieras una anemia muy fuerte", añade Manoli, que ha pasado forzadamente un curso intensivo sobre la enfermedad que sufre Elsa.
"Hay un tratamiento a base de vitaminas, unas pastillas transfusiones para ayudarla", pero para que se cure necesita un trasplante de médula. El 90 % de la curación sería un trasplante", me dice Manoli y se aferra a esa realidad de que entre los millones de habitantes de toda España haya alguien sano, de entre 18 y 41 años que pueda donar médula para curar a Elsa.
La niña tiene que estar aislada, "si sale tiene que usar siempre la mascarilla, porque está muy bajita de defensas". Eso dicen los médicos, "pero por la parte psicológica 'dime tú cómo supera una enfermedad ahí encerrada'. Afortunadamente "Elsa ahora mismo está animada, está bien, ha cogido peso, tiene buen color".
Manoli tiene la necesidad de salvar a su hija y no va a parar. La vida de esta niña de 9 años y la de toda la familia de la Font d'en Carròs ha cambiado: ahora viajan dos veces a la semana a Valencia, donde les espera una transfusión de sangre y de plaquetas.
Mientras tanto Elsa sigue un tratamiento que funciona durante un corto periodo de tiempo, "5 o 6 semanas", pero después "puede empezar a complicarse, cuando el cuerpo empieza a rechazar las transfusiones". Porque como reconoce Manoli, "ahora mismo mi hija está sobreviviendo gracias a las donaciones de sangre que la gente hace". La solidaridad es clave en este tipo de batallas.
"Ser donante es un compromiso con quién te necesite". Elsa espera que la aplicación avise de la compatibilidad de un donante. El proceso de donación dura 90 minutos y en ese breve espacio de tiempo se salva una vida.