A la consulta de Benjo Podlech, psicólogo y coach experto en masculinidad, vienen jóvenes que dicen sentirse señalados como el enemigo, como si perteneciesen al mismo grupo de aquellos que hacen daño a las mujeres, sin que sea verdad. “Por el solo hecho de ser hombres son tildados de la misma manera. Les está ocurriendo lo mismo que a las mujeres durante años al ser tratadas por el patriarcado y el machismo de una manera que ya conocemos. Solo por ser hombres generan desconfianza”.
No es un caso aislado. Cada vez más jóvenes chicos se sienten arrinconados, culpabilizados y menospreciados por ellas. Creen que la creciente corriente feminista les apunta directamente con el dedo y, por tanto, la rechazan. El último informe de la FAD, Culpables hasta que se demuestre lo contrario. Percepciones y discursos de adolescentes españoles sobre masculinidades y violencia de género, así lo constata: en los últimos cinco años estamos viviendo un aumento del antifeminismo entre los adolescentes que considera que el feminismo ha impuesto un pensamiento único. “La adolescencia es un momento de descubrimiento y exploración y ahora se están encontrando en un ambiente donde por el hecho de ser potenciales hombres ya se les añade una serie de cualidades que en ese contexto pueden ser amenazantes sin ni siquiera preguntarles cómo son”, subraya Podlech.
Responden ante un feminismo que les desborda y no entienden. “Reaccionan contra una visión feminista que no es complementaria, ni cooperativa, que no contempla esa dualidad de hombres y mujeres y que acaba diluyendo la propia masculinidad”, explica Fernando Vidal, sociólogo y director de la Cátedra Amoris Laetitia de la Universidad Pontificia de Comillas.
La proliferación de foros, webs, blogs, canales de YouTube y perfiles en redes misóginos y antifeministas ha crecido de forma imparable en internet en los últimos años. Todos ellos ensalzan la masculinidad y atacan al feminismo. En ellos, muchos hombres buscan consuelo al sentirse víctimas. Son espacios de apoyo donde canalizan su frustración. “Esto es una señal de la deconstrucción que está ocurriendo en la masculinidad desde hace 15 años. Se ha puesto en cuestión el modelo patriarcal y en estos foros encuentran una suerte de respuesta a ser tildados como el enemigo”, asegura Podlech.
Esta tendencia confluye o alimenta con los jóvenes que mantienen patrones y comportamientos machistas que se resisten a ceder; jóvenes que llegar a caer en el negacionismo de la violencia sexual o en reducir su importancia como fenómeno social.
“Están recibiendo mensajes excluyentes que los varones sienten como hostiles y agresivos. Es justo hacer un reajuste de la exclusión de la mujer, pero, a la vez, es insostenible un mundo donde la masculinidad quede borrada. Esa actividad punitiva de la masculinidad tiene su precio, no se la puede reducir a una caricatura. Es verdad que en el pasado había patrones patriarcales muy desiguales, pero hombres que han estado toda su vida desgastándose en el trabajo, que han estado en la guerra e incluso han perdido la vida, requieren una mirada más compasiva y de gratitud”, añade Vidal.
Los hombres se están topando con algo que ha supuesto mucho esfuerzo a lo largo de la historia, que es respetar y valorar a las mujeres. Ahora su opinión también cuenta. El modelo patriarcal, en el que el macho es el proveedor y el fuerte, tiene cada vez menos aceptación. “En esta transición, donde el feminismo no soporta ningún tipo de acoso ni de desigualdad, los jóvenes es como si estuvieran en un planeta nuevo, no saben lo que ha pasado en el pasado, pero ven que por ser hombres les juzgan, y, al mismo tiempo, tienen que entender que la mujer tiene que estar en el lugar por el que miles de años han luchado”, señala el coah.
En Estados Unidos existe un movimiento antifeminista que va más allá. Igual que allí algunos han odiado siempre a los negros o los judíos, ahora es a ellas a las que detestan al verlas como una fuerza maligna de la sociedad. Las mujeres son tomadas como seres inferiores y, por ellos, deben combatir el avance en la conquista de sus derechos.
Aquí en España este fenómeno no tiene tanta presencia, pero podría crecer. “El caldo de cultivo, lo que está en la base de estos movimientos más xenófobos o más misóginos, tiene que ver con el malestar, con una alineación estructural de la sociedad. Tenemos que canalizar este malestar de las nuevas generaciones, darles una respuesta como sociedad”, señala Elisa García Mingo, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología y coautura del informe de la FAD.
“Necesitamos hace tanta inversión en una masculinidad más profunda como en la recuperación del feminismo. Al final las dos cosas son una única lucha. Solamente hay feminismo si hay una masculinidad profunda”, concluye Vidal.