Sarah, la temporera muerta al volcar un autobús en Almonte de la que nadie habla

Pocos saben, qué edad tenía o de qué ciudad venía la temporera marroquí que murió el pasado 1 de mayo al volcar el autobús en el que se dirigía a recoger las fresas en un campo de Almonte. En otros casos el rostro de la víctima y su historia hubieran copado las portadas. No en este, como si la vida de una mujer, pobre e inmigrante, y su día a día en los campos de España interesara poco o nada.

Preguntamos a la empresa que la contrató, Surexport, pero han rechazado hablar y remiten al Ministerio. La empresa, eso sí ha sido desvelado, se ha hecho cargo de la repatriación del cuerpo de la fallecida y se ha ofrecido para dar el visado a los familiares que quisieran venir a visitar a las trabajadoras que se encuentran más graves.

Temporeros, esos trabajadores transparentes

La mujer que murió este lunes se llamaba Sarah. Lo sabemos gracias a la compañera Sara Saiz, de El País. En la empresa Surexport, que la contrató, nadie sabe nada; no quieren informar sobre cuándo la contrataron, ni cuánto le pagaban a ella y a las decenas de personas que contratan en origen para que recojan las frutas que llegan a nuestras casas.

Pocos datos han facilitado sobre la temporera fallecida, que vivía en un hostal de San Juan del Puerto, que esta empresa facilitaba a su mano de obra. Es un reflejo de nuestra sociedad. Como si fuera mejor olvidar el asunto, no hablar de ello, como si no existiera, pero es una persona y no una cosa, aunque seguramente ya hay otro contrato que la sustituye, porque la maquinaria no puede parar.

Son muchas las preguntas que se pueden hacer a todos, políticos y empresarios sobre estos trabajadores transparentes. Sabemos que Sarah no vino de vacaciones a Andalucía, sino a trabajar duro en el campo, pero quién era esta mujer, en qué pensaba cuando miraba por la ventanilla el paisaje todas las mañanas en las que se dirigía al tajo y el fresco le agitaba el pañuelo.

Almería (24,9%) y Huelva (21,7%) son las provincias que más empleo agrícola generan cada año en España: Son más de 15.000 personas anónimas, que trabajan en nuestros campos, que meten nuestras frutas en las cajas, que compramos en los supermercados, según datos de FreshHuelva. Les llamamos temporeras, aunque mueran bajo los invernaderos plásticos bajo la ola de calor o en una carretera, porque la mano de obra no tiene identidad.

Para todos son solo eso: gente que viene y va desde Marruecos; otras se asientan en España y deambulan entre chabolas e infraviviendas sin saber cómo y dónde vivir, ni para quién trabajan.

Quiénes son las trabajadoras que recogen fresas en España

La profesora e investigadora Chadia Arab en su libro 'Las señoras de la Fresa' explica los requisitos para ser jornalera. “Ser mujer, tener entre 25 y 40 años, tener experiencia agrícola, ser originaria de una zona rural, tener por lo menos un hijo menor de 18 años, ser divorciada o viuda y poder justificarlo, o si la mujer esta casada obtener el consentimiento del marido” .

Así podemos intuir que Sarah, la mujer que murió cuando iba a trabajar en la fresa en Almonte, cumplía esos 'paramétros '. Los medios no sabemos de estas trabajadoras invisibles hasta que pasan cosas, siempre feas, muertes, violaciones, víctimas de la explotación laboral.

Las historias de estas mujeres marroquíes sin nombre y de estos trabajadores sin derechos están en las hemerotecas. Los empresarios de Cuenca que tenían a personas en condiciones de semiesclavitud trabajando de sol a sol en los viñedos por 5 euros la hora a los que contrataban a través de una tienda de víveres que funcionaba como agencia de colocación de inmigrantes y se aprovechaba de inmigrantes sin documentos.

Las empresas de construcción de Madrid que acuden a la Plaza de Legazpi y Elíptica a recoger inmigrantes para que trabajen sin contrato colgados de un andamio, sin medidas de prevención laboral y el pago de unos pocos euros en negro.

Es la cronología del Ejército de trabajadores transparentes, como la veintena de temporeras marroquíes que denunciaron en 2018 haber sido acosadas sexualmente o violadas por sus superiores durante campañas de la fresa y el tomate en Huelva, temporadas en las que aumentan los abortos, según el reportaje realizado por periodistas alemanes. 

En 2020, Fátima una temporera de 37 años, fue diagnosticada de cáncer de cérvix, cuando estaba contratada para recoger fresas en Huelva. La empresa, que la contrató, Frutas García Molina SL, solo le ofreció el billete de regreso a Marruecos. En estos contratos solo se paga el día que vas al campo, por lo que en estos casos los trabajadores . Solo la ayudaron Intermon Oxfam, el sindicato andaluz y la Asociación ASISTI Cuenca Minera. Es la historia de muchas, como la de Sara, cuyo día a día, cuya historia, a nadie parece importarle.