Los ocho hermanos de la casa de los horrores de Colmenar Viejo, en Madrid, vivían bajo la premisa de “ver, oír y callar” porque había que “aguantar”. Es lo que ha contado un testigo en los juzgados que lleva la investigación contra unos padres, él médico, acusados de maltratar a sus hijos. Una de las hermanas mayores ha acusado al padre de agresión sexual en su declaración ante la jueza.
La pareja, en libertad provisional y sin la custodia de sus hijos, se conoció en una clínica donde ambos trabajaban. Se casaron y tuvieron 8 hijos, casi uno por año, que fueron naciendo en el Hospital Gregorio Marañón, donde él sigue trabajando.
Cada vez que tenían un hijo más, él se quejaba de lo difícil que era mantenerlos. El hombre trabajaba ocasionalmente en la sanidad privada y hacía guardias en hospitales donde las pagaban mejor.
Fueron los centros educativos donde estudian los 8 niños los que dieron la alerta. Los niños faltaban mucho a clase, ausencias justificadas con la firma del padre, médico de profesión, no iban aseados y a veces aparecían con heridas o moratones. La Guardia Civil encontró una casa insalubre.
El padre, según la investigación de la que se ha hecho eco el diario El País, no les dejaba ver la tele, ni tener redes sociales, ni leer aquello que él no autorizara. No obstante, el médico si veía los partidos de fútbol de su equipo. “Él se cabreaba y ya, a rezar”, ha contado uno de los menores.
Los investigadores creen que el padre se ensañaba especialmente con los hijos más mayores. Una de las hijas llegó con un libro que le prestó una amiga y lo destrozó. Es una de esas hijas mayores la que le ha acusado de agredirla sexualmente, de obligarla a ver porno con él y tocar a la madre en los pechos.