La polémica generada en torno a las aguas subterráneas que alimentan Doñana, el mayor humedal de Europa, y la sequía que está sufriendo España, han puesto a los acuíferos en el punto de mira. No hay que ser hidrogeólogos para estar preocupados, porque no está lloviendo, constatan los expertos.
Pero, ¿qué son exactamente los acuíferos? ¿Qué porcentaje de agua para el consumo humano procede de ellos en España? ¿En qué situación están? Estas son las preguntas que NIUS, Nueva Información Util y Sencilla, ha tratado de responder con la ayuda de Carolina Guardiola, presidenta del Grupo Español de la Asociación Internacional de Hidrogeólogos (AIH-GE), y con los datos recogidos en el último informe elaborado por Greenpeace, publicado el pasado mes de septiembre.
Los acuíferos son capas subterráneas de la tierra que contienen agua. “Una formación geológica subterránea que tiene una cantidad de poros o fracturas suficientes como para albergar agua”, explica Carolina Guardiola. Depósitos que están sufriendo una "crisis hídrica sin precedentes, agravada por el cambio climático", asevera la científica titular del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC).
Porque son necesarios para beber agua y esenciales para regar cultivos. Son, según el informe de Greenpeace, reservas “fundamentales para el abastecimiento y la supervivencia de la humanidad”, sobre todo teniendo en cuenta la creciente escasez de precipitaciones y al aumento de las temperaturas que provoca mayor evaporación del agua en superficie.
Según el Plan Nacional de Aguas Subterráneas, el 30% del agua que se utiliza en España es de origen subterráneo. Un porcentaje que alcanza el 70% en los pueblos pequeños, indica la presidenta de GE-AIH.
La situación ideal es la comunidades como Madrid, que se abastece de agua en superficie y solo activa el plan de acuíferos en las grandes sequías, pero en otras regiones como Andalucía o Levante tienen que activar más a menudo ese plan de aguas subterráneas, señala Guardiola.
España cuenta con 804 masas de aguas subterráneas, pero el 44% de ellas, según el informe de Greenpeace, se encuentra en mal estado, bien por escasez (porque se extrae más agua de la que es capaz de reponer el ciclo natural), bien por contaminación química (vertidos urbanos, industriales o agropecuarios), o por ambas causas.
Ahora mismo, indica Carolina Guardiola, estamos en plena sequía y en un marco de cambio climático, por lo que la situación de los acuíferos en España es “bastante mala", tanto por calidad y/o por cantidad, en casi la mitad de los casos.
Según el informe de la organización ecologista, el mal estado de los acuíferos españoles es variable y “preocupante” en todas las cuencas analizadas:
Por la falta de control, responde sin dudar la hidrogeóloga del IGME-CSIC. Porque no se verifica la cantidad de agua que se extrae de estos acuíferos ni lo que se vierte sobre ellos, fundamentalmente fertilizantes químicos procedentes de la agricultura.
En teoría, se están empezando a dar pasos, asegura Carolina Guardiola. Se están poniendo los números sobre la mesa y hay datos oficiales ofrecidos por el Gobierno. Hace 20 años no era así. Ahora parece que hay mucho interés de arreglar la situación, pero “la inercia es lenta, muy lenta, yo, por ejemplo, llevo 10 años trabajando en una normativa para que se construyan bien los pozos y todavía no lo he conseguido”, lamenta.
En Doñana se dio la paradoja de que se protegió legalmente el ecosistema, pero a su vez se incentivó desde la administración el desarrollo de la industria de la agricultura en base al agua subterránea, sin tener en cuenta que ahí había un ecosistema y que esas extracciones se deberían controlar, explica a NIUS la experta.
En todo caso, recuerda Guardiola, los científicos llevan desde los años 80 denunciando lo que ocurre en Doñana y es lo mismo que sucede en otros muchos acuíferos de España, aunque sin tanto nivel mediático. Es el caso de las Tablas de Daimiel, el Mar Menor o Los Arenales. “Los hidrogeólogos hemos manifestado desde hace años el descontrol de los acuíferos en España, porque los acuíferos se tienen que usar para abastecer en un momento dado a la población, pero con un control que ahora no existe”.
Lo que no se ha hecho en 20 años no se va a poder hacer en cuatro para poder alcanzar los objetivos marcados por Europa para 2027, calcula la presidenta del Grupo Español de la Asociación Internacional de Hidrogeólogos. "Hay determinadas inercias de ciertos sectores económicos que habría que cambiar". En todo caso, la experta apuesta por "ser realistas y empezar a hacer cosas de verdad", adoptando medidas que tienen que ser de carácter político ya que necesitan una inversión importante: