Lo que desechamos en casa, ya sea en el baño o en la cocina, se convierte en un yacimiento urbano constante y con múltiples usos en depuradoras de aguas residuales, como la EDAR de Arroyo Culebro Cuenca Media Alta, en Pinto (Madrid), donde se gestionan los residuos procedentes de los hogares de más de 1.200.000 habitantes del sur de la comunidad madrileña.
Con esta separación de residuos y obtención de agua depurada se abastece el regado de zonas verdes y campos de golf, además de compensarse el déficit hídrico de los afluentes naturales y embalses de la zona.
Con un proceso superior se responde, también, las demandas industriales. Un agua regenerada de excelente calidad que por ley no se puede usar todavía para consumo humano en la Unión Europea, aunque ya se hace en países bajo condiciones extremas como Singapur o ciudades de Estados Unidos.
Depuradoras que, también, están a pleno rendimiento en Cataluña, entre otras comunidades, y que son una alternativa más económica que las desalinizadoras, también con un uso vital, hasta ahora, en localizaciones de costa.
Un plan integral con múltiples vías, con el equilibrio medioambiental como bien más preciado y con el Big Data y la inteligencia artificial como aliados, entre otros, hacia la mayor eficiencia posible de cada gota de agua por un clima cada vez más hostil.