María está muy asustada. Su expareja, condenado a nueve años de cárcel por malos tratos, va a salir de permiso. Se lo han concedido a pesar de las gravísimas amenazas proferidas contra ella y su familia. “Grábatelo a fuego, que en cuanto pueda salir en mi primer permiso te voy a matar a ti y a tu familia”, asegura que le dijo.
Durante tres años llevó una pulsera telemática por su peligrosidad y para que respetara la orden de alejamiento de María, pero la vulneraba cada poco tiempo para aterrorizarla, según su testimonio.
El agresor lleva tres años en la cárcel, desde 2019, en la prisión de Aranjuez y ya en diciembre pasado le concedieron un primer permiso, del que tampoco avisaron a María. Ella se movilizó y su abogado logró que lo anularan pero sólo dos meses después ha vuelto a ocurrir.
Y ni los Juzgados ni la Audiencia la han avisado del permiso a pesar de que tiene derecho a conocerlo, reconocido en el estatuto de la víctima. En ambas ocasiones se lo comunicó la policía.
Si nada lo remedia su agresor estará libre desde el próximo 24 al 28 de febrero. Cuatro días en los que toda su familia se enclaustrará a cal y canto en casa. Ya en diciembre planearon el encierro, “como si fuera un confinamiento”, comprando comida para no salir en ningún momento y el último día ese primer permiso fue cancelado.
La angustia que siente esta mujer es enorme. Recuerda los malos tratos a los que la sometía durante su corta relación, apenas un año: “Cuando mis vecinos llamaron a la policía, se personaron en mi casa, y allí me encontraron a mí, prisionera, encerrada, llena de golpes, y sangre, y mi maltratador intento huir con mi móvil”.
Asegura María que su maltratador no ha mostrado arrepentimiento nunca, que sigue estando amenazada y que a este tipo de presos no deben concederles días en libertad. “Son unos premios o privilegios que no deben tener cabida, porque volverán a delinquir y poner en riesgo la vida e integridad de sus víctimas y del resto de la sociedad. Para concederles ciertos permisos deben haber recibido y asistido a cursos y tratamientos que le ayuden a entender que maltratar está mal, y mostrar su arrepentimiento. Algo que mi maltratador no ha hecho”.
“Los que conocen y tratan a diario con mi maltratador, la junta de prisión de mi maltratador encargada de valorar si este permiso se lo debían dar, recomendó que no se lo concedieran. Al final le dieron el permiso, porque mi maltratador recurrió y llegó a Audiencia Provincial. Por alguna razón, desconocida para mí, y para mi letrado. En diciembre de 2022 le concedieron ese permiso, saltándose lo que recoge el estatuto de la víctima”, comenta.
El estatuto de la víctima recoge que si una mujer víctima de violencia de género está personada en el juzgado, tienen que avisarla tanto de que el maltratador ha pedido el permiso como de que va a salir. Nada de esto se ha cumplido en su caso. Por segunda vez.