El 19 de septiembre de 2021 empezó el horror. El volcán de Cumbre Vieja comenzó a rugir y en menos de 10 días Yaiza Pais y su familia tuvieron que abandonarlo todo. Sus tres casas, la bodega de su hermano, la platanera familiar y su granja con más de 200 cabras palmeras. Todo quedó sepultado bajo la lava.
Hoy un año y casi cuatro meses después Yaiza y su familia han conseguido volver a empezar de cero. La granja se ha trasladado de sitio y las cabras vuelven a dar leche, imprescindible para elaborar el queso que produce y distribuye a todas las islas. Pero esto, no lo ha hecho sola. Dos donaciones privadas de manera completamente desinteresada han conseguido que la granja vuelva a empezar y que Yaiza y su familia puedan pasar las Navidades juntos, "aunque ya nunca serán como antes, por lo menos nos reuniremos sabiendo que hemos podido resurgir de las cenizas", dice esta Palmera de 40 años.
El volcán estuvo durante más de tres meses sin parar de echar lava. En concreto 85 días y 8 horas, hasta que el 25 de diciembre de 2021 el Instituto Geográfico Nacional dató el fin de la actividad eruptiva. Según cifras del Catastro, se llevó por delante un total de 1.676 edificaciones afectadas, de las que 1.345 son viviendas, otras 138 en riesgo, y unas 1.237 hectáreas de superficie y casi 370 hectáreas de cultivo. También más de 73 kilómetros de carreteras destruidas y casi 11 kilómetros de calles cubiertas de magma. Miles de palmeros perdieron su hogar, su modo de vida y sus recuerdos. Son las segundas Navidades que muchos van a pasar sin un hogar donde celebrar estas fechas. El volcán desplazó a más de 7.000 personas. Actualmente un 9% de la población de la isla está pendiente de una solución.
"Lo recuerdo como una tragedia. En diez días tuvimos que sacar lo que pudimos, tuvimos que llamar a amigos y vecinos para que vinieran con sus camiones y nos ayudaran a sacar a las 200 cabras. Fue tremendo. Por suerte las pudimos llevar a una granja que estaba sin utilizar, aunque estaba hecha polvo", cuenta Yaiza. "Las casas de mis hermanos, la bodega la platanera, y mi granja entera quedó sepultada bajo la lava. Nos dio tiempo a salvar algunas cosas pero nuestra vida quedó enterrada bajo el volcán".
La granja se la llevó completa: almacenes, mercancía, infraestructuras, maquinaria. Muchos años de trabajo y, todos sus ahorros, hechos ceniza. Se ha reinstalado en otra granja en el mismo municipio, ha reanudado la producción y el reparto de quesos de su marca Quesos La Palmera. Algo que hace ella sola desde la producción hasta la distribución.
"Recuerdo que cada día morían dos o tres animales, el estrés, la ceniza, todo eso hizo que no sobrevivieran. Perdí casi 50 cabras. Yaiza tiene cabras majoreras, una raza caprina autóctona de la isla de Fuerteventura. Su cría es fundamentalmente dedicada a la producción láctea, siendo básica en la elaboración del queso majorero. Este queso ha ganado varios premios internacionales. Se hace con leche sin pasteurizar (está exento por la Unión Europea) y para su fermentación se usa cuajo natural de cabrito.
La familia de Yaiza, sus cuatro hermanos, sus parejas, sus hijos y su padre, 17 en total, se unieron todos a una. Había que volver a poner en marcha la granja, su medio de vida. Desesperada hizo un llamamiento a las autoridades. El volcán se llevo por delante 11 de estas ganaderías. La administración y el Gobierno canario les prometieron ayudas para conservar algo propio de las islas, a día de hoy, un año y casi cuatro meses después, no han llegado.
Lo que si llegó fueron dos llamadas inesperadas. Dos familias de otras islas escucharon su llamamiento y quisieron aportar lo que podían. "Fue un milagro. Una sensación de pena por lo perdido y que nunca volveríamos a recuperar y de alegría y esperanza por lo que venía. Hay gente que da lo que tiene sin mirar atrás. Con el corazón en la mano, sin conocerte de nada, sin preguntar", dice Yaiza muy emocionada.
Esas donaciones desinteresadas hicieron que pudiera volver a comprar cabras, maquinaria, poner en marcha el agua y la luz de la granja en la que estaban... vamos volver a empezar. Al principio fue muy difícil, las cabras no daban leche, estaban nerviosas, las máquinas tardaban en llegar, eran caras y pesadas, pero poco a poco todo fue cuadrando. "Cuando lo has perdido todo muchas veces quieres tirar la toalla, pero había personas que confiaban en mí, que dependían de mi y sacamos fuerzas entre todos para salir adelante", dice con la voz entrecortada. Hoy puede decir con la cabeza bien alta que la granja vuelve a ser algo parecido a lo que era.
"Hemos vuelto al mercado y estamos empezando a ver la luz. Tras más de un año luchando por sacarlo todo adelante me siento orgullosa. Estoy muy agradecida a las personas que nos han ayudado. Al principio, piensas que el volcán no va a poder contigo, pero el tiempo pasa, son muchas las promesas incumplidas, las ayudas fallidas y te das cuenta que esto es para siempre, que nada nunca nada va a volver a ser lo que era y que tienes que volver a poner el primer ladrillo como hiciste hace 20 años".
"Vamos a pasar las navidades en el Valle de Aridane, como siempre y como nunca. Cenaremos todos juntos pero ya no tenemos un sitio donde reunirnos y donde quepamos todos. Hemos estado viviendo en casas prestadas y ahora estamos intentando tener cada uno nuestra vivienda, pero cuesta. Es imposible juntarnos en nuestro jardín o en la bodega todo eso ya no está. Hay que ponerle ganas y afrontar que esto es lo nuevo, que esto es lo que hay", comenta Yaiza con el recuerdo de fiestas pasadas.
A 2023 le pide que la situación se estabilice. Ya ha pasado mucho tiempo y todavía hay muchas familias desalojadas y muchos afectados que no han encontrado su sitio. Hay muchos negocios cerrados y los turistas no legan. "Espero que la isla vuelva a tener sentido, en todos los aspectos. Aquí dependemos todos de todos".
Cree que si la situación no mejora y las promesas siguen sin cumplirse y las ayudas sin llegar el 23 y el 24 serán años malos, "todo puede ir a peor, las fuerzas de muchos están fallando". Reivindica que les digan la verdad, que les hablen claro. "No se si no hay intención o hay doble intención, pero necesitamos soluciones". Yaiza y su familia pasarán una Navidad distinta, nueva, con media sonrisa, pero juntos. "Ojalá volvamos a recuperar la sonrisa entera", concluye.