Lucas, menor trans: "Nuestros derechos deberían estar en el centro del debate y no está siendo así"
Lucas es un chico trans de 17 años y habla sobre los temas que han levantado más polémica de la ley
"Yo sabía quién era desde muy pronto, desde que tengo uso de razón", explica Lucas.
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Lucas Sánchez tiene 17 años pero una gran madurez. Quizá todas las cosas que ha tenido que superar en los pocos años que tiene de vida le han fortalecido ese carácter. Este joven madrileño es un chico trans. Él es un afortunado. Desde que era muy pequeño ha contado en todo momento con un enorme apoyo. "Yo sabía quién era desde muy pronto. Incluso para la sorpresa de nuestros padres, lo sabemos desde que tenemos uso de razón". Pero, aún así, su camino ha sido arduo y difícil.
Ahora, cuando la ley trans ocupa titulares encarnizados entre defensores y detractores, Lucas tiene claro que la ley es "más necesaria que nunca". "Es urgente y básica para defender los derechos humanos de un colectivo muy vulnerable. Los derechos humanos no deberían estar en juego y eso es lo que está pasando", explica.
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En una sincera entrevista con NIUS, Lucas habla sobre la autodeterminación de género, sobre la presunta 'moda' y el "falso boom" de adolescentes trans, sobre los prejuicios con su colectivo o sobre las dificultades que estos niños y jóvenes encuentran en el colegio o en el instituto. Y también recuerda el mejor momento de todo su proceso: el día que contó en su casa quién era realmente y entre su madre y él eligieron su nuevo nombre.
Pregunta: Los afectados directamente por esta ley sois las personas trans como tú. Pero vosotros, ¿sentís que estáis en el centro del debate?
Respuesta: En el centro del debate deben estar las personas trans y los menores trans, creo que nadie nos ha preguntado. Pienso que no está bien debatir sobre los derechos humanos de las personas porque no dejan de ser derechos humanos. Además, considero que excluir a los menores es estar en contra de esos derechos humanos y en contra de la constitución española.
P. ¿Qué opinas de esta ley?
R. Que haya una ley es el primer paso de muchos más. Es completamente necesaria y urgente. También hay que decir que, al principio, esta ley eran 75 páginas solo para ley trans, y que al final se ha quedado en 54 unificándola con la ley LGTBI (antes eran dos textos diferentes). De estas 54 páginas, específicas para las personas trans son solo cinco páginas. Creo que no avala a todo el colectivo, deja a los menores de 12 años fuera, a los migrantes y a los no binarios y creo que está incompleta. Todavía esta ley dice que los menores de 12 años no tienen ningún derecho a la autodeterminación. Creo y espero que a partir de que se apruebe, vayamos avanzando y mejorando. El problema es que lo están reduciendo todo a política, no a los derechos humanos. Dar derechos suma, no resta. En los últimos años ha ido aumentando el odio hacia las personas trans y nuestras vidas están en más en peligro todavía. Quizá con esta ley empezaremos a no ser cuestionados y quizá se nos empiece a respetar. Son derechos que, tanto yo como todas las personas trans, deberíamos tener como cualquier otro ciudadano.
P. ¿Qué implica la autodeterminación?
R. Lo que implica, que es básico, es el reconociendo de quiénes somos. A las personas cisgénero (las personas cuya identidad y expresión de género coincide con el sexo biológico que se les asignó cuando nacieron), no les preguntamos quiénes son y por qué, ni les mandan a un psiquiatra a ver si no están mal de la cabeza y de verdad tienen claro quiénes son, ni les obligan a hormonarse para reafirmarse sobre quién eres. Con la anterior ley, para cambiar el sexo en el DNI, tenías que ser mayor de edad y estar obligatoriamente dos años hormonado. Las personas trans no tienen por qué estar obligadas a hormonarse, saben quiénes son. La ley de 2007 es para mayores de edad, pero hay un sentencia del Tribunal Constitucional de 2019 que dice que no es constitucional discriminar a los menores por la edad. A partir de ahí, los menores pudieron hacer el cambio y tramitar su documentación.
P: Muchos se preguntan ¿cómo va a saber un niño que su sexo y su género no coinciden?
R. Lo sabemos y además desde muy pequeños. Yo desde que tengo uso razón sé quién soy y cómo me siento, pero aun así mi recorrido ha sido arduo y complicado. La gente tiene mucha desinformación, es ignorante en algunos temas y eso genera violencia, tanto en las aulas, como en las instituciones públicas para el papeleo o el tema médico. Yo he tenido más o menos suerte en el tema médico, pero en el colegio he sufrido acoso verbal, incluso físico y en las administraciones, hostilidad o incluso la negativa a tramitar cosas para las que ya existía una norma. Pero, más allá de la violencia que he podido sufrir, lo importante es cómo he llevado yo este proceso.
P. ¿Y cómo ha sido tú proceso?
R. Siempre, desde que tengo recuerdo, he sabido perfectamente quién era. No tenía nombre, pero si género. Era muy pequeño y tenía comportamientos que asociaríamos a un hombre. Siempre imitaba a mi padre, no a mi madre. En ese momento, mis padres no sabían asociarlo a que era un chico trans pero sabían que algo pasaba. Al principio no lo veían como un problema, pero como no me comportaba como lo que se esperaba de mí, porque me encontraba fuera de lugar, siempre he sufrido discriminación. Cuando las críticas del exterior se hicieron muy grandes, mis padres buscaron ayuda. Fuimos a una asociación LTGBI y conocimos diferentes familias, diferentes personas, hombres y mujeres trans y ahí nos fuimos dando cuenta de quién era yo. Yo era Lucas. He tenido la suerte de nacer en una familia que me ha escuchado y apoyado siempre, pero no todos la tienen. Hay gente a la que no la escuchan, no la apoyan e incluso les echan de casa. Y así, con ese miedo, no se debe vivir.
P. En el colegio, ¿cómo lo has vivido?
R. Siempre complicado, los alumnos tienen desinformación y prejuicios y no te tratan bien. Y algunos profesores no lo hacen más fácil, es más, influyen negativamente. Ellos mismos te faltan al respeto y no lo entienden y así acrecientan el odio en la comunidad educativa. Ya estoy haciendo 1º de Bachillerato en mi cuarto instituto. Fácil no ha sido. Ahora, por fin, parece que he encontrado mi sitio.
P. ¿Cuando te insultaban, lo contabas en casa?
R. No, muchas veces me lo he callado. He sufrido acosos desde Infantil. Una vez llegué con la nariz casi rota y les dije a mis padres que me había caído de un tobogán. A veces, el contarlo da miedo y genera dudas, porque temes que las consecuencias pueden ser peores. Por aquel entonces yo no había dicho quién era, pero como mi comportamiento no era el esperado pues se metían conmigo.
P. ¿Tú has cambiado tu nombre y tu sexo en tu DNI?
R. Sí, mi documentación está completamente cambiada. Eso sí, hemos tardado unos tres años en cambiarlo todo. Uno de los bulos que corren por ahí, es que con esta ley será muy fácil cambiar las cosas, será un paso, pero no será tan fácil. En mi caso ha sido mucho papeleo y no siempre en las ventanillas nos hemos encontrado con personas agradables, dejémoslo ahí. Te ponían muchas trabas. A pesar de haber una norma que permitía que podía cambiar mi nombre en el DNI, seguía habiendo prejuicios de las personas que tenían que llevar a cabo esa norma. La gente quizá no sabe que hay 14 comunidades autónomas que ya tienen leyes, la mayoría de ellas con la palabra autodeterminación, en las que puedes cambiar toda tu documentación, lo único que no te permiten es el cambio en el registro.
P. ¿Has tenido referentes que te han ayudado?
R. Me gustaría decir que sí, pero no ha sido así. La primera vez que conocí a un hombre trans, yo tenía 11 años y el proceso ya estaba hecho. Por desgracia, antes no había tanta visibilidad de gente trans. Creo que es muy importante tener referentes, el verte representado en una sociedad en la que no te sientes representado te da un respiro, piensas, quizá no soy el único, no soy distinto... Es muy difícil llegar al colegio y ver que desde el principio ya determinan quién es niño y niña y los genitales que tiene cada uno. Desde los tres años ya no te ves representado, es como si no existieras. Eso lleva al conflicto de las personas trans pero también del resto de compañeros. No existimos para ellos. Nos niegan nuestra existencia desde que llegamos al colegio. Sacas un libro de naturales y tú no estás. Nadie nos puede decir quiénes somos.
R. ¿Qué opinas de los que dicen que esto es una moda de adolescentes?
P. Hace 20 años había los mismos trans pero no había tantos derechos. Ahora, aunque las leyes no son completas, hay 14 autonomías con leyes de autodeterminación, aunque solo sea para cambiar el nombre en el abono transporte, o la tarjeta sanitaria, o en la biblioteca y pueden llamarte por el nombre que has elegido de acuerdo a cómo te sientes. Pero antes todo eso no existía. No es una moda, tú no dices; voy a probar, ahora soy trans. No se hace, se nace. Yo soy Lucas, no me he hecho Lucas. Ahora hay más visibilidad y eso genera que la gente no tenga tanto miedo a salir del armario. A pesar de todo no hay que olvidar que esto no es un camino de rosas y no todos los ambientes ayudan. Este camino es muy, muy duro y difícil y hay que aguantar mucha presión día a día. Cualquier persona se vendría abajo, pero un menor más. Si un adulto te cuestiona, es más difícil todavía. La presión social para un menor es más importante que para un adulto y nos afecta más.
R. También hablan del arrepentimiento de la transición
Hay varios estudios que avalan que el arrepentimiento en la transición es muy residual. Pero yo creo que la gente no se arrepiente de ser quien es, no puedes arrepentirte de quién eres. Sí que es verdad, que hay gente, que por su situación, ha tenido que esconderse de nuevo, pero no se arrepiente. Tú eres quien eres y eso no cambia. Las leyes no deben estar hechas pensando en quién puede hacer la trampa, sino en dar derechos.
R. ¿Tú peor y tú mejor recuerdo de estos años de transición?
P. Empiezo por una de las peores veces que recuerdo. Fue un día en el colegio, cuando ya era Lucas y una profesora se pasó todo el día llamándome en femenino y esperando que la respondiera. Fue muy humillante hasta el punto de hacerme llorar. El mejor recuerdo fue cuando con 11 años lo expresé en voz alta: 'No me siento mujer, soy un hombre' y vi en mi familia una aceptación total. Mi madre dijo: "Ahora déjame elegir el nombre a mí. Ya escogí el otro cuando naciste y me gustaría elegir el nuevo". Al final lo elegimos juntos. Fue muy emocionante.