Pedro, el padre de Aimar, el bebé secuestrado en Basurto, ha contado, emocionado, que cuando supo que habían raptado a su hijo se puso en “lo peor” y pensó “que lo habían tirado al río o al contenedor”. Fueron horas de terrible angustia para él y su esposa, que ya tienen otro niño. El hombre asegura que nadie en el Hospital de Basurto le explicó el protocolo de seguridad que impide sacar a un recién nacido de la habitación.
"Pensaba lo peor, que lo habría tirado a la ría o al contenedor” son las palabras con las que ha descrito Pedro las peores 11 horas de su vida.
Nadie se explica cómo han podido secuestrar a un recién nacido tan fácilmente. "No me gusta que se diga que nos han dicho el protocolo como excusa, no es cierto", ha dicho el padre de Aimar muy molesto. Asegura que nadie en el Hospital de Basurto les informó del protocolo de seguridad. Este establece que los recién nacidos no pueden separarse de sus padres y que todas las pruebas se deben hacer en la habitación.
Si el bebé debe salir de la habitación para cualquier tipo de análisis debe ir siempre acompañado de un padre o una persona autorizada.
Además, los niños que nacen en este hospital, como en la mayoría, llevan una pulsera identificativa en el pie y en la muñeca que también tiene la madre. Además, la pinza del cordón lleva un código que lo identifica y que consta en su historial.
Sobre la mujer que se llevó a su niño de la habitación, Pedro no quiere saber nada. "No le deseo el mal a nadie, ni a ella”, ha afirmado tras resaltar jamás podrá olvidar el momento en el que le llamaron por la mañana y le dijeron: "Pedro, lo hemos encontrado y está bien".
La mujer de 24 años que secuestró a Aimar, ya detenida, le hizo fotos y vídeos al niño que compartió con su familia y amigos. Les había contado que estaba embarazada y que estaba a punto de dar a luz.
En el registro de su casa, la Policía vasca ha hallado multitud de productos de bebé. Algunos vecinos cuentan que tenía una pareja.
Ahora un juez determinará, tras un informe médico, si padece algún trastorno mental y si ingresa en prisión.
En declaraciones ante los medios, con el susto todavía muy presente, con la voz quebrada por momentos y al borde de las lágrimas en varias ocasiones, Pedro ha revivido cómo sucedió todo desde ese instante en que una mujer, disfrazada de sanitaria, se llevó a su hijo con el pretexto de hacerle unas pruebas. No sospecharon de ella hasta pasados unos minutos, cuando no volvía: “Fue cuando pregunté a una (sanitaria) y entre ellos se iban preguntando. Cuando nadie sabía nada. Era imposible que a esas horas alguien se hubiese llevado de entre ellos al niño para hacer pruebas. Fue cuando vi las caras de ellos cuando dije: Aimar no está aquí, algo ha pasado”.
Entonces, recuerda que todavía le quedaba la esperanza "de que alguno levantase las manos y dijese: ‘¡Sí, sí, que me lo he llevado yo!’", pero cuando ya "bajó a neonatos" y vio que "ya entre todos, dijeron que no lo tenía nadie", fue cuando se dio cuenta de que alguien se lo había llevado”.
“Fue horrible. Yo en principio me volví un poco loco, y a los dos minutos llego la Ertzaintza", relata, explicando que rápidamente "se montó un dispositivo" y habló con el jefe del cuerpo policial, Arkaitz.
“Yo como loco me puse a buscar por contenedores, a abrir, mirando con la linterna… Por arbustos, esquinas, por todos los lados. Salí fuera también con una chica, Olga, una celadora a la que agradecemos enormemente que haya estado con Laura (la progenitora) toda la noche, y tuvo la idea de salir fuera, parar un taxi, explicarle lo que había pasado para que diera la voz de alarma en todos los taxis de que si esa persona se montaba en uno se diera la voz”, cuenta.
Tras ello, recordando la sucesión de los hechos a punto de romper a llorar, explica: “Laura estaba en shock y no la necesitaba, pero yo estaba muy nervioso y pedí medicación. Intentaba aguantar hasta que me quedé dormido. Laura me despertó a las 4 diciéndome que llamara a Arkaitz, que necesitaba saber algo de su hijo y… le llamé, y me dijo que estuviera tranquilo, que estaban dándolo todo, que estaba todo el mundo con nosotros y que le habían visto por Sabino Arana y por Alameda Recalde, y que lo mejor de todo es que la habían visto entrar en una farmacia a comprar leche. En ese momento mi pensamiento cambió un poco, de estar muy negativo a pensar un poquito más en positivo, porque dije, ‘bueno, por lo menos le quiere alimentar y es una mujer que, tendrá sus problemas psicológicos, pero por lo menos lo va a alimentar y lo va a cuidar”.
Tras once horas de pesadilla, llegó la llamada crucial: “Llegan las 8:13 y suena el teléfono. Pensé que solo me podía llamar Arkaitz a esas horas, porque ni nuestros familiares sabían nada. Nadie sabía nada. Solo nosotros. Lo hemos pasado nosotros y ya avisaríamos a nuestros familiares. Me llamó y me dijo: Pedro, buenos días. Y yo: ‘buenos días Arkatiz’. Y me dijo: Bueno, buenos días no, muy buenos días. Tengo a tu hijo y está en perfectas condiciones”. “Me dijo que estaban en Santutxu: ‘tranquilo, en 10 minutos lo tienes ahí contigo’”.
“Pasé de las peores horas de mi vida al mejor segundo de mi vida, probablemente", explica. "Llegó en la ambulancia, abrió la ambulancia, y salté dentro de la ambulancia. Lo vi dormidito, pero estaba bien. Después entramos para adentro, a una sala. Le exploraron y ya ahí pude tocarlo, acariciarlo y besarlo y llevarlo donde su madre a que le diera el alimento que necesitaba”. “Laura estaba con mucha alegría, llorando de emoción y sin sentarlo, queriendo alimentarlo, cuidarlo y estar con él. Ahora estamos muy felices”. Ahora, viven "en una montaña rusa de emociones", “con alegría pero sin olvidar”.
Pese a todo lo ocurrido, Pedro no desea el mal a la secuestradora: “Me han incucado unos valores en el que no puedes desear el mal a nadie. En el momento en que pasa dices muchas cosas y le deseas todo lo peor, pero a mí me han inculcado que por muy enemigo que sea no le desees el mal a nadie porque al final se te puede volver en tu contra. Lo único que deseo es que la curen, que se cure o que esté encerrada. Ya no te digo ni en la cárcel. Que esté en un centro psiquiátrico para que otra familia no tenga que pasar por lo que hemos pasado nosotros”.
Ahora Aimar no solo tendrá dos cumpleaños, –el de su nacimiento (18 de octubre) y el del día en que le encontraron tras haber sido secuestrado (el 20)–, sino también otra familia: la de los vecinos de Santutxu que encontraron al recién nacido en el rellano, en el felpudo de su casa después de que llamaran al timbre y se apresuraran, tras verle, a dar la voz de alarma a las autoridades.
“A partir de ahora es su familia también y nuestra familia. Iremos a visitarles y… bueno, igual ahora hasta nos invitamos para Noche Vieja”, bromea.