Izaskun Furundarena no tiene huecos libres en su agenda hasta finales de enero. “Este año estamos desbordadas”, asegura la deshollinadora guipuzcoana. La demanda de la limpieza y puesta a punto de las chimeneas ha aumentado en toda España. "No nos cae bien, pero el presidente ruso, Vladimir Putin, nos ha hecho la campaña”, explica Olivier Gerard desde Madrid.
La gente, argumenta el deshollinador belga, teme el aumento del coste de la energía o, directamente, quedarse sin calefacción en pleno invierno, así que están acondicionando sus chimeneas. Instalaciones que muchos hogares “solo encendían en Navidades o en San Valentín”, y que, a juzgar por el aumento de la venta de leña y por las agendas de los profesionales, este invierno van a estar a pleno rendimiento.
El oficio de deshollinador no solo no está en peligro de extinción, sino que es una profesión con demanda de mano de obra. En la página web de la Asociación Española de Deshollinadores (ASDE) “se busca personal técnico cualificado”. “Hace unos años estábamos solas predicando en el desierto”, explica Izaskun Furundarena. “El año pasado éramos siete socios en la asociación y ahora ya somos 30 empresas”, explica la responsable de Suberri.
Empresas, en su mayoría, pequeñas como la de Izaskun. Un oficio en el que, asegura, la gente suele desembarcar por vinculación familiar o por la oportunidad. “Nadie dice: quiero ser deshollinador”, reconoce Izaskun. En su caso, decidió continuar con el negocio de chimeneas de sus padres después de estar más de una década trabajando como periodista en la radio. En el de Olivier Gerard, la “vocación” le vino en 2008, después de quedarse en paro como responsable de marketing de una multinacional, divorciarse y que se le muriera el perro. “¿Qué más me podía pasar?”, bromea. Olivier aplicó los conocimientos adquiridos durante su paso por el ejército belga para poner en marcha su propia empresa: Los Deshollinadores. Ahora son tres profesionales y busca a una cuarta persona. El sueldo: unos 1.300 euros netos al mes en 14 pagas. “Siempre nos ha ido bien, pero ahora es la locura, hasta dentro de dos semanas no tengo un hueco libre”.
Desconocen si este "boom" va a ser “fuego de artificio", aunque no debería, explica Izaskun, porque los incidentes con las chimeneas pueden tener consecuencias fatales. En los últimos seis meses se han publicado en prensa más de 40 incendios que se podían haber evitado con un buen mantenimiento, constata la experta. Por ello, lo recomendable es revisar las chimeneas una vez al año, por lo menos, sobre todo en un país como España donde existen instalaciones “muy viejas y fuera de normativa".
El limpiado de la creosota, comúnmente conocido como hollín, no suele durar más de una hora y cuesta entre 90 y 160 euros, IVA incluido. La labor poco tiene que ver ya con la que hacía Bert, el deshollinador de Mary Poppins (1964). Ahora ya no hace falta subirse al tejado, se limpia desde la base de la chimenea con una especie de desbrozadora y, aunque sigue siendo una labor mecánica, las herramientas son mucho más sofisticadas, incluso en ocasiones se hace con cámaras para ver el estado de la instalación. “Se mancha mucho menos que antes y se va mucho más protegido porque el hollín tiene componentes cancerígenos, pero manchar, te manchas”, cuenta Izaskun.
Una labor que “en ningún caso” debería hacerse por gente que no sea profesional, coinciden Olivier e Izaskun. De hecho, la profesionalización del oficio es una de las asignaturas pendientes. En otros países de Europa sí existe la formación de deshollinador como tal, aunque en España todavía no. La normativa exige que para limpiar una chimenea es necesario tener el carné profesional del Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE), pero los seguros no exigen una inspección anual, como sí se hace en Francia. Lo que está en juego, aseguran, es algo tan importante como un incendio. “A nadie se le ocurre revisar la instalación de gas de su casa”, así que, subrayan, también hay que dejar la supervisión de las chimeneas en manos de los profesionales: los deshollinadores.