El suicidio es la primera causa de muerte no natural entre adolescentes y jóvenes, pero otro problema mental que está desatando las alertas en los colegios de toda España son las autolesiones entre los jóvenes. Se hacen daño a sí mismos con cortes, golpes o quemaduras para aliviar la ansiedad. María y otras dos jóvenes dan su testimonio con imágenes de las que advertimos de su dureza.
“Me llamo María, tengo 19 años. Me empecé a autolesionar cuando empecé el instituto y llevo dos meses y medio sin autolesionarme”, cuenta, confesando que se ha autolesionado durante años y “puedes hacerlo todos los días, puedes hacerlo una vez a la semana…”. “Todavía tengo miedo de recaer”, admite.
Tanto ella como otras dos jóvenes explican que empezaron a hacerse daño de niñas. Y, ahora, dice una de ellas “llevo seis meses sin autolesionarme”. “Cuando te viene la idea es: ‘Chicas, necesito ayuda’”, dice.
Pero, ¿por qué lo hacían? “Bullying. Unas amigas se metían con mi piel. Entonces, yo odiaba mi piel. Se metían con mi cuerpo”, confiesa otra. “He suspendido un examen, no valgo; me ha fallado una amiga, ha sido mi culpa”, recuerda que pensaba María. Mientras que la joven que lleva seis meses sin autolesionarse reconoce que “al final lo que quieres es atención, es que alguien te diga: qué te pasa”. En su caso, lo dejó cuando “le vi las caras a mis padres.
La soledad de los adolescentes durante pandemia y la influencia desmesurada de las redes sociales han disparado el problema. Incluso hay aplicaciones que cuentan los días que llevan sin hacerse daño. “Como ahora las redes sociales le han dado un punto de glamour o de atractivo, hay algunos que las exhiben”, advierte Manuel Faraco, director médico centro Adalmed.
La Comunidad de Madrid asegura que los casos se han doblado en el último año. El aislamiento debido a la pandemia también ha intensificado esta peligrosa adicción.
Celso Arango, director del instituto de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón, apunta que “lo que hay debajo es angustia y es una forma de liberar angustia”.
Las jóvenes que lo han sufrido, por su parte, animan a otros a “saber pedir ayuda” antes de que sea demasiado tarde.